No exagero si afirmo que en Caracas hubo una vez un restaurante espléndido que se aproximó al inasible estado de gracia y que alcanzó, a fuerza de sencillez y honestidad, la difícil adhesión de todos los amantes de la pasta. Hablo de los años ochenta, sobre todo, cuando aún podíamos citarnos en el Gran Café de Sabana Grande e irnos después a almorzar en algún lugar aledaño, no sin haber pasado antes por la librería Suma para saludar a Raúl y a Julia y enterarnos de las novedades. Eran los tiempos en que nuestra capital se preciaba de serlo también de la cocina pública, aunque el viernes negro ya hubiera hecho de las suyas. Y fue, precisamente por sus estragos, que se buscó refugio en las mesas modestas de la “cucina casalinga” o en el placer sublime de la pasta al dente. Hablo de una alta condición, otrora, en el reino de los manteles sobrios, de la atención puntual y de la comida sabrosa y consistente. Hablo, por supuesto, de Da Sandra.
Entre los tesoros entrañables que nuestra memoria preserva, aparte de los buenos versos que afloran cuando uno menos los busca (en el párrafo anterior se me escapó, por cierto, uno de Saint-John Perse), sobresalen airosos los de la buena mesa. A veces es sólo un plato de verduras cocidas al punto y que sabían a gloria en un apartamento de Clot en Barcelona, un lenguado con una bearnesa que alcanzó la perfección un domingo en Arca del Valle o unas arepas rellenas de carne esmechada aparecidas de improviso en la casa de Olivia y que hoy recuerdo como ejemplo de máximo disfrute. A veces es también un restaurante. Así, nunca agradeceremos lo suficiente a Sandra Gullo por su inolvidable bistró de la Solano López caraqueña. Allí comí la mejor pasta del mundo y conocí una salsa portentosa que la dueña bautizó con el nombre de su nieto: William. Allí, Alfredo, Gonzalo y yo conversamos interminablemente de poetas españoles. Allí le escuché a Juan Nuño hablar con inmenso afecto de Alejandro Rossi, así como una anécdota de Octavio Paz que dejo para otra ocasión. Allí compartíamos sabores y algunos como yo, oíamos saberes.
La semana pasada, al concluir la nota sobre el ají dulce, me percaté de que faltaba algo. Poco después lo supe. Faltaba nada menos que la salsa Isabelita de la signora Sandra, una salsa sabia y delicada que podríamos apuntar como uno de los mejores homenajes que alguien le haya hecho al ají dulce. Una vez probada, envicia. La adicción obligó a Cuchi a elaborarla en casa para compensar de alguna manera el vacío que nos dejó la gran cocinera italiana el día que decidió volver a su país. Cerró Da Sandra. Parece que no fue ayer, sino hace un siglo. Por un tiempo el gran Sergio, en Barquisimeto, mitigó para nosotros la pérdida. Pero también Sergio cerró su pequeño restaurante. Nos queda la memoria y algunas buenas recetas que recogió Sandra en un libro valiosísimo, una de las cuales transcribo ahora para disculparme con ustedes por este desahogo:
TALLATELLE SALSA ISABELITA
(para seis personas)
Ingredientes: 100 gramos de tocino/ ½ kilo de ají dulce/ 1 cebolla/ ¼ de aceite/ 2 tomates/ 2 cucharadas de cilantro/ 1 cucharada de salsa al pesto/ ¼ litro de crema de cocina/ Parmesano rallado/ Sal y pimienta al gusto.
Preparación: Triturar el tocino, los ajíes, la cebolla, los tomates y el cilantro. Sofreír todo en aceite. Una vez sofrito, agregar la crema de cocina y dejar evaporar un poco. Al final, añadir la cucharada de salsa al pesto. Agregar sal y pimienta al gusto y parmesano rallado al momento de servir. Como pasta se recomienda “tallatelle” u otra pasta, pero siempre “al dente”.
Entre los tesoros entrañables que nuestra memoria preserva, aparte de los buenos versos que afloran cuando uno menos los busca (en el párrafo anterior se me escapó, por cierto, uno de Saint-John Perse), sobresalen airosos los de la buena mesa. A veces es sólo un plato de verduras cocidas al punto y que sabían a gloria en un apartamento de Clot en Barcelona, un lenguado con una bearnesa que alcanzó la perfección un domingo en Arca del Valle o unas arepas rellenas de carne esmechada aparecidas de improviso en la casa de Olivia y que hoy recuerdo como ejemplo de máximo disfrute. A veces es también un restaurante. Así, nunca agradeceremos lo suficiente a Sandra Gullo por su inolvidable bistró de la Solano López caraqueña. Allí comí la mejor pasta del mundo y conocí una salsa portentosa que la dueña bautizó con el nombre de su nieto: William. Allí, Alfredo, Gonzalo y yo conversamos interminablemente de poetas españoles. Allí le escuché a Juan Nuño hablar con inmenso afecto de Alejandro Rossi, así como una anécdota de Octavio Paz que dejo para otra ocasión. Allí compartíamos sabores y algunos como yo, oíamos saberes.
La semana pasada, al concluir la nota sobre el ají dulce, me percaté de que faltaba algo. Poco después lo supe. Faltaba nada menos que la salsa Isabelita de la signora Sandra, una salsa sabia y delicada que podríamos apuntar como uno de los mejores homenajes que alguien le haya hecho al ají dulce. Una vez probada, envicia. La adicción obligó a Cuchi a elaborarla en casa para compensar de alguna manera el vacío que nos dejó la gran cocinera italiana el día que decidió volver a su país. Cerró Da Sandra. Parece que no fue ayer, sino hace un siglo. Por un tiempo el gran Sergio, en Barquisimeto, mitigó para nosotros la pérdida. Pero también Sergio cerró su pequeño restaurante. Nos queda la memoria y algunas buenas recetas que recogió Sandra en un libro valiosísimo, una de las cuales transcribo ahora para disculparme con ustedes por este desahogo:
TALLATELLE SALSA ISABELITA
(para seis personas)
Ingredientes: 100 gramos de tocino/ ½ kilo de ají dulce/ 1 cebolla/ ¼ de aceite/ 2 tomates/ 2 cucharadas de cilantro/ 1 cucharada de salsa al pesto/ ¼ litro de crema de cocina/ Parmesano rallado/ Sal y pimienta al gusto.
Preparación: Triturar el tocino, los ajíes, la cebolla, los tomates y el cilantro. Sofreír todo en aceite. Una vez sofrito, agregar la crema de cocina y dejar evaporar un poco. Al final, añadir la cucharada de salsa al pesto. Agregar sal y pimienta al gusto y parmesano rallado al momento de servir. Como pasta se recomienda “tallatelle” u otra pasta, pero siempre “al dente”.
22 comentarios:
En efecto Biscuter: Da Sandra fue uno de los restaurantes que marcó la adolescencia gastronómica de muchos ¡Gran recuerdo que agradecemos tus lectores!
Sumito
Muchísimas gracias, Sumito, por tu comentario.
P.D: te envié un email a tu correo.
Tenía mucho tiempo buscando esta receta, ese restaurante de verdad que fue espectacular, en Caracas era el mejor de en pastas y esta receta en particular fue única.
No tienen otra roseta del Da Sandra. Recuerdo mucho ir con mis padres cuando pequeño. Recuerdo su carpacho. Lo sabroso que se comía alli. Tengo entendido que hubo un libro de las recetas del restaurant.
recuerdo el sabor que tenia era gran salsa que solo allí la preparaban. nunca he visto desde entonces algun sitio que prepare este tipo de salsas. la extraño.
muchisimas gracias por publicar la receta!!! tengo muchos años fuera de Venezuela y mis recuerdos siempre evocan las comidas familiares en Da Sandra,a la Sra.Sandra caminando entre las mesas saludando a quienes le eramos fieles comensales y aquellos que llegaban recomendados, pero lo que mas recuerdo era su famoso Tricolor a la Isabelita. El sabor de esta salsa era siempre el tema al reunirnos con gente de nuestra tierra y ahora que finalmente tengo ajies intentare cocinarle a mis hijos esta deliciosa receta.
Leo tu texto Biscuter, con los ojos aguados y un nudo en la garganta! por la nostalgia, por el paladar, por el buen comer, por el disfrute de esos "detalles caraqueños" que nos eran tan cotidianos en una ciudad con alternativas para el buen vivir! esa salsa de la Sra. Sandra la probè por sugerencia de ella misma en un trío de pastas...que placer tan grande e inolvidable.
Sólo por empujar la suerte, escribí en el buscador salsa Isabelita da Sandra y no puedo sino saltar de la alegría por conseguir no sólo una referencia a ella sino ¡la propia receta! Mi esposo y yo cumplimos 22 los de casados y pensé en ella: era un lugar preferido cuando estábamos por casarnos para comer el carpaccio y seguir con pasta con salsa Isabelita ¡gloriosa comida!. Esa salsa es expresión de una fusión verdaderamente lograda. Perfecta. ¡Mil gracias por publicarla!
Inolvidables sabores, como el carpaccio de mero, y dichosos todos aquellos que tuvimos la dicha de degustar tan exquisitos platos. Gracias por publicar la receta.
Sumito, por favor recuerdas los nombres y apellidos de los dueños de Da Sandra? Gracias
Yo tengo el libro de recetas
Todavia recuerdo el sabor tan rico que tenia solo esa salsa. Mi sabuelos me llevaban expresamente a comer este plato al restaurante que estaba en la av fransico solano. como extraño ese sabor.
Hola, crees que sea posible me envíes fotos de las recetas del libro, te lo agradecería.
Gracias.
Meo puedes enviar a
Juanadames@me.com
Gracias..
Yaaaay!!! So happy to finally have this recipe!!! Every time we went to da Sandra, I would look over the whole menu, but would inevitibly order Pasta Isabelita!!! Thanks so much for the recipe!!
Solia ir con frecuencia al Da Sandra y unicamente pedia la pasta Isabelita, llena de alegria mis recuerdos. Gracias por publicar la receta, el asunto ahora es conseguir los aji dulces!!!!!!
Comer en Da Sandra era lo máximo no solo por su cocina me atendía Alirio sabía que vino quería tomar, me traía el antipasto y sabía que los tallarines en salsa Isabelita eran mis preferidos. Tengo el placer de tener el libro de Sandra autografiado por ella.
De acuerdo contigo Sumito iba por lo menos dos veces por semana y Alirio ya sabía lo que queríamos comer
Si Sandra hizo un libro yo lo tengo ella me lo obsequio y autografió
Admiraba a Sandra. Tengo su libro autografiado por ella. Siempre recuerdo sus manteles de cuadro rojos y blanco
Jajajajaja se ve que estás fuera de Venezuela
Donde vives?
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