miércoles, agosto 14, 2013

Carreño y las formas


 
Recuerdo a la Nona, entrañable personaje de una novela de Mempo Giardinelli (Santo oficio de la memoria).  
 
Lectora del Manual de Carreño, la Nona no dejaba de fatigar a sus hijos y nietos con citas del conocido libro del padre de Teresa.
 
Proviniendo de una libertaria, sus nietos no lograban entender por qué ese manual le fascinaba.
 
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¡Qué falta nos hace eso que Carreño llamaba urbanidad!
 
Ya casi nadie cuida las formas, ni las mínimas.
 
Se han perdido irremediablemente, y aunque lo ignoremos, no es otro el fondo del problema.
 
Grave, muchísimo más de lo que nos imaginamos.

lunes, agosto 12, 2013

Mesa y familia

Yara Tupynambá. A Mesa. Escena de los padres
 
 
Leo con renovado deleite Claro enigma, de Drummond de Andrade. ¡Que buen poema es La mesa! En sus cálidas líneas viven la familia del poeta y la sabrosa cocina minera, una de las grandes del Brasil. En ellas transitan los afectos, los recuerdos y los sueños. También discurren desencuentros y algunas tristezas, como en toda crónica doméstica, pero los nombres saben a flores y los cuerpos son habitados por el gusto. Es el viejo pretexto de la gula. Es la incesante y antigua fiesta de la vida.
 
Copio los versos en los que Drummond menciona la noble “cozinha mineira”, y a la madre que hace la comida y cose con amor el alma de los hijos: 
 
essa gula defendida
e o desejo muito simples
de pedir à mãe que cosa,
mais do que nossa camisa,
nossa alma frouxa, rasgada. . .
Ai, grande jantar mineiro
que seria esse. . . Comíamos,
e comer abria fome,
e comida era pretexto.
(…)
Nunca desdenhe o tutu.
Vá lá mais um torresminho.
E quanto ao peru? Farofa
há de ser acompanhada
de uma boa cachacinha,
não desfazendo em cerveja,
essa grande camarada”.
 
(“esa gula defendida
y el deseo muy simple
de que la madre nos cosa,
más que nuestra camisa,
nuestra alma blanda, rasgada…
Ay, gran comida mineira
que esa sería… Comíamos,
y comer daba hambre,
y la comida era pretexto.
(…)
Nunca desprecie el tutu.
Ahí va un chicharrón.
Y cuánto al pavo? La farofa
ha de ser acompañada
de una buena cachacinha,
sin menoscabo de la cerveza,
esa ilustre camarada.”
 
CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE

jueves, agosto 01, 2013

El vaso de agua es un ensayo de quietud

Chardin. Vaso de agua y cafetera. Detalle


"Mi sed agradece un vaso de agua, no un mar de agua"
Antonio Porchia
(Voces)



esta agua, la de este vaso, no está en este vaso por ser agua; le acontece estar en este vaso”.
 Juan David García Bacca
(Elogio de la técnica)
...


De los muchos, he escogido siete. Dos de ellos de un mismo poeta. Algunos son sólo fragmentos. Todos confirman la vastedad de una íntima presencia.

Leamos y bebamos:


1
No obstante -oh paradoja- constreñida
por el rigor del vaso que la aclara,
el agua toma forma.
En él se asienta, ahonda y edifica,
cumple una edad amarga de silencios
(…)
En la red de cristal que la estrangula,
allí, como en el agua de un espejo,
se reconoce;
atada allí, gota con gota,
marchito el tropo de espuma en la garganta
¡qué desnudez de agua tan intensa,
qué agua tan agua…


JOSE GOROSTIZA
(De Muerte sin fin)

2
(…)
Ser de todas las formas
como agua siempre a gusto en cualquier vaso
siempre abrazándote por dentro.
Y también como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Como el agua hecha vaso
tu confín – dentro y fuera – siempre exacto.


GERARDO DIEGO
(De Quisiera ser convexo... de Versos humanos)

3
el vaso no es una medida
sino su estancia solamente

una terraza pide al sol:
sólo la luz en que se basa

más alto el vaso no es más alto

ni menos hondo si se alza

terraza alta en su mañana
o luz altiva ya le bastan

lo que reposa en él reposa
sin ser más cosa que mirada


ANDRES SANCHEZ ROBAYNA
(El vaso de agua. La roca)

4
(A Ramón Xirau)

El vaso no es una medida. El vaso en pleno mediodía. el vaso es de un cristal ligero, muy delgado, delicadeza medida, estancia bajo el sol. El vaso de agua es un ensayo de quietud.

El sol bebe con un sorbo invisible. El sol sin uñas, quieto y rasgado.

El vaso está en reposo bajo el sol. y bajo la mirada, erguido y soleado. El vaso es la mirada. El vaso quieto bajo el sol rasgado.

Todo sucede en una ausencia. El vaso de agua estaba. Pero puedo dejar de pensar en lo que miro o escucho. Puedo dejar de decir lo que me miro o escucho. Sólo existe la verja de hierro recorrida por flores perezosas, al aire quieto, la terraza a esta hora crecida y plena.

El sol confluye aquí y allá, y presencia y ausencia son formas giratorias. En la terraza del sol quieto y vacío una hoja dibuja su sombra y ésta le devuelve su presencia, y la luz entre y sale del vaso de agua abatido por sombras dispersas, y el sol busca pulsar cada cosa, y todo le devuelve su ser -y cuando se detiene sobre el vaso, luz recta y presencia obediente, el vaso no echa sombra alguna sobre la mesa de la terraza de quietud.

ANDRES SANCHEZ ROBAYNA
(De La Roca)

5
Cuando me acuesto, desde que era niño,
pongo a mi lado un vaso de agua.
Al apagar la luz, si lo contemplo
brillar en la penumbra, me imagino
que el agua es otro nombre de mi madre
y estoy seguro de que, ya dormido,
alumbrará el acuario de mis sueños.
Sombra, misterio, música nocturna
que bebo a lentos sorbos o me bebe.
¿Eres tú quien me sueña en ese extraño
país donde algún día nos veremos?
¿Dormir es un ensayo de la muerte?
Por las mañanas, cuando me recuerdo,
muchas veces el vaso está vacío.
Y vuelvo, desganado, a la rutina
de calles y de rostros, mientras llega
la oscuridad, el rito silencioso
de llenar nuevamente el vaso de agua
para ponerlo al lado de mis sueños
y saber que allí estás, que me proteges,
que hay algo puro en medio de la noche.

ANTONIO REQUENI
(El vaso de agua)

6
Me preguntas
si «¿... querría

beber
agua?»

«¡Gracias, sí!»

Te marchas
y me quedo

huérfano
de tu Presencia

aun por el poco tiempo
que estás en la cocina.

Tu canción
se desliza hasta mí

en chino
como un incienso ignoto

va envolviendo
mi mente

como si tu
alma

bailase desnuda
ante mí.

Sigo el sonido
de tu voz

que sube… aquí… que baja y al final

regresa
a mí.

Tu sonrisa
se abre

como una flor

el más ligero roce
de tu mano

luz del sol
para mi mente.

Ríes
y me ofreces

el agua.

Aquí en tu risa
y en este simple vaso de agua

está el amor.

DÓNALL DEMPSEY
Glass of water
(Traducción de Margarita Fernández de Sevilla y el Taller de Traducción Literaria de la Universidad de la Laguna. Tomado de la publicación Piedra y Cielo, revista de poesía, arte y pensamiento. II época, número 3, julio-septiembre de 2013)

 
7
Está claro que el vaso es un objeto encantador, una de las cosas más apreciables, cuyas bellezas podemos enumerar y alabar a placer, aunque la tarea no tenga fin. Y tuve razón en dejarme llevar a esos extremos de goce, razón para proponérselos a ustedes. Pero lo más difícil queda por hacer, porque ahora es preciso -¿y cómo hacerlo?-, es preciso dar la idea de su verdadera particularidad, que aproximadamente sería la siguiente: a saber que la mayor simplicidad, unicidad, igualdad, banalidad inclusive, una inverosímil nulidad, no-valor, un carácter tosco, vulgar, sin gusto, insípido (insípido y sin gusto pueden decirse ahora uno a continuación del otro sin pleonasmo: ya no son del todo la misma cosa), inodoro, incoloro, barato… ATRAVIESA a cada instante sus encantos, sus primores, sus bellezas, los anula, aplana, disuelve, nivela, esconde, decolora, suprime, borra, digiere, hace potables, esteriliza, sanea, escamotea (como en el juego de las tres cartas), reintegra…

¡Todo por un vaso de agua! ¡Mi vida por un vaso de agua!

FRANCIS PONGE
(El vaso de agua. Fragmento. Traducción Silvio Mattoni)