viernes, noviembre 23, 2012

Carne braseada

Virginia Woolf
 
 
Estreno de una creuset.

Carne macerada desde desde ayer con Rioja tinto, granos de pimienta negra y guayabita.
 
Sobre una cama de zanahorias, apio españa, cebollas y ajo porro,
el corte idóneo:  lagarto la reina.

A la ennoblecida pieza se le riega vino de su propio adobo.

Con los mismos ingredientes de la cama se monta el techo, en el que no faltarán la sal, el ajo y los clavitos de olor.

Tres horas de cocción son suficientes para esta maravilla imponderable, capaz de superar el célebre "boeuf en daube" de Virgina Woolf en su novela AL FARO, lo que es decir (y comer).

Quizá sea necesario agregar que los ingredientes de la cocción se licúan, y que todo, salsa incluida, tiene el sello de Cuchi Morales, quien cocina como los ángeles.

Una comida en El cuaderno gris

Josep Pla, delante del Mas de Llofriu
 
Leo El cuaderno gris de Josep Pla, en traducción de mi querido Ridruejo y de su mujer catalana, Gloria de Ros.

El 16 de abril de 1918, que es el año en que inicia su monumental dietario, Pla registra este temor:
 
Si, por la razón que fuese, nos viésemos obligados a prescindir del ´ressopó´ que Marieta nos sirve de madrugada, pensaríamos que la vida apenas tiene sentido, que es absurda y amarga”.

En una nota al pie de página Ridruejo informa que el “ressopó” es la “comida antes de acostarse, cuando ya han transcurrido varias horas después de la cena”.

Subrayo y recuerdo costumbres perdidas, medias mañanas y meriendas.

Hay de todo en el cuaderno de Pla: relatos, biografías, descripciones de paisajes, autorretratos, crítica literaria, crónica familiar y gastronómica, y mucho más. También abundan las deliciosas ráfagas como las del “ressopó” o pequeñas observaciones sensoriales, como ésta del 6 de junio del mismo año 18, que me encanta:

El tomillo, en un primer momento, da un olor abrupto y fuerte y después se endulza; el romero, ahora en flor, tiene una entrada muy suave que después se carga”.

Siento que estoy en el campo, feliz, esperando el desayuno.

Así da gusto la lectura de un diario.

jueves, noviembre 22, 2012

Una ruda (por siaca)

 
Gracias a una formidable antología de poesía hispanoamericana hecha por Gustavo Guerrero (Cuerpo plural, Pretextos, 2010), estoy leyendo ahora un poema magistral del chileno Germán Carrasco (1971). Se titula Ruda y está dividido en diez estancias. Lo disfruto como poética de la escritura y como acto de magia que acaba de impregnar con su olor esta pequeña sala. Me provoca sembrarlo en un poema de Ida Vitale (Botánica), en el que ella, tan amante de las plantas, se queja de que no tiene en ese momento “ni una matica de ruda”.

Acá, en las letras de Carrasco, la ruda es como un bosque de efusivos álamos.

Copio su última estancia:
 


"10

Para escribir un par de versos se necesita
silencio, el Central Park como patio
y una ruda (por siaca)
aunque en tres baldosas sueltas
se pueda ins
talar un jardín.

Pero ojo porque quizás el aroma
que arrojó la planta cuando la regaba
fue el que provocó cierto estado
de ensoñación. Es posible,
en ese caso este texto sería
el simple efecto de ese perfume,
el perfume de ese efecto".
 
 


 GERMAN CARRASCO

P.D: Ese poema estaba inédito cuando Gustavo Guerrero lo incluyó en Cuerpo plural.


jueves, noviembre 15, 2012

Abrazo

Picasso. El abrazo
 
Entre los libros que tengo en el balcón están los de García Baena. Hace un rato cuando me acerqué a ver pájaros, me topé con el bello lomo de Rama fiel, el volumen que González Iglesias preparó con motivo del Premio Reina Sofía del 2008. Desde hace varios años leo con deleite y asombro al gran poeta cordobés. Para decirlo retocando un famoso verso de Jiménez: García Baena siempre tiene preparada la rama para mi curiosidad del día. Abrí el libro, y en la página 117 me estaba esperando André Breton con estos versos:

El abrazo poético como el abrazo carnal,
mientras duran,
prohíben caer en la miseria del mundo
”.

Esa cita venía a cuento (y a canto) porque García Baena hablaba de su oficio de poeta como algo inherente a su tránsito cotidiano por la tierra. Decía que “el poeta no se sale de su biografía interior al contemplar los más sencillos actos de la vida y la muerte: el crecer de la hierba y el cuchillo, el heno, la dulzura y la larva de los frutos, el vino caliente de Junio y su desesperación. Obra y vida inseparables como la columna que entristece la yedra, solos y a solas con todo lo que amamos”.

De eso, y desde el alma, hablaba García Baena esta mañana. De allí el abrazo de Breton.
 

sábado, noviembre 10, 2012

Inmortalidad y belleza

CARLO CRIVELLI. Detalle de La Anunciación. National Gallery. Londres 
 
Hoy escribo invita Minerva. Una palabra, tres... Así no.

Mejor abrir el libro de Berenson y contemplar la segunda lámina, la que muestra un detalle de la Anunciación de Crivelli, con la cola del pavo real recordándonos la inmortalidad de los seres que amamos.

Ya no escribo. Miro.

Crivelli y la belleza.

viernes, noviembre 09, 2012

Un viaje desde el parque

Mercado flotante en Bangkok

Tres vueltas al parque y un viaje muy rápido hasta el Asia.

Cuando Gustavo apareció, versos efusivos del mexicano Aridjis:

Buenos días a los seres
que son como un país

y ya verlos
es viajar a otra parte.
 


Además, un prístino relato -como sólo Gustavo sabe hacerlo- nos acompañó en Bangkok esta mañana.

Ahora en la cocina resuenan las imágenes.

miércoles, noviembre 07, 2012

Un oficio peligroso


 BOTTICELLI. La Primavera. Detalle
 
Después de ordenar las cartas (entre ellas, las que se ha cruzado con Umberto Eco), el profesor revisó una vez más los artículos juveniles de su maestro, fallecido hace cinco años. Miró la reproducción de La primavera de Botticelli, fijándose sólo en el rostro de Flora. Mecánicamente volvió la vista a la foto de su novia. Las imaginaba como dobles. Guardó los papeles de su ilustre paisano y ratificó, como siempre, su enorme valoración de los mismos. Jamás se sumaría a quienes quieren enrostrarle al maestro su apoyo a la Guardia de Hierro, por envidia o por pequeñas venganzas, menos políticas que académicas. Muy lejos de él esa bajeza. Recordó el momento en que Umberto Eco, en una conferencia sobre El péndulo de Foucault, en Nueva York, al saber que él estaba en el público, le hizo el honor de pedirle que hablara. Fue cuando dijo que una mala interpretación puede convertirse en verdad, si un número suficiente de personas cree en ella. Agregó algo que lo previene siempre frente a todo tipo de infamia: “Cuando las mentes enloquecidas están en sincronía, crean una realidad alternativa; matan por razones inventadas; encuentran razones para actuar haciendo de sí mismos un punto fijo en el universo”. Esta noche su cena sería sólo una ensalada de lechugas, con nueces y queso de cabra.

Ahora, a releer a Borges, se dijo, para ratificar lo que una vez escribió, a propósito de esa inconmensurable maravilla que se llama La muerte y la brújula: “El principal cometido del arte en el universo de Borges es huir de la tiranía de un único sistema mental y entrar en tantos otros como sea posible para obtener, al compararlos, una libertad de percibir el mundo”.

Se recordó a sí mismo en una clase leyendo el relato que en este momento le serviría para prolongar su descanso, o su distracción. Varias han sido las señales ominosas de estos días. Las sombras fascistas de su remoto país no se detienen. Deambulan aún por este mundo.
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Lo anterior no es más que la atropellada glosa de una lectura de hace unos doce años. Durante varios meses fatigué a mi entorno más cercano con comentarios acerca del autor que entonces constituía para mí una obsesión. A Ted Anton y su libro sobre el asesinato de nuestro personaje, le debo por completo los datos de la pequeña nota transcrita, y a Eros y magia en el Renacimiento, obra maestra, la visión más brillante que he leído sobre el tema, y en particular, sobre Giordano Bruno.

Hace más de 21 años, Ioan Culianu, valioso por sí mismo y discípulo mayor de Mircea Eliade, fue asesinado en un baño de la Facultad de Teología de la Universidad de Chicago. Tenía 41. Era experto en el tema de las religiones y el hiperespacio. Dejó sembrados muchos fantasmas en sus libros. La siega permanece en sus comienzos y el crimen sigue impune.

P.D: El libro de Ted Anton se titula El caso del profesor Culianu y tiene prólogo de Umberto Eco. Allí leemos que una de las personas consternadas por la muerte violenta del gran investigador rumano, fue Saul Bellow, a quien Culianu le cocinó una vez en casa de los Eliade.