Yara Tupynambá. A Mesa. Escena de los padres
Leo con renovado deleite Claro enigma, de Drummond
de Andrade. ¡Que buen poema es La mesa! En sus cálidas líneas viven la
familia del poeta y la sabrosa cocina minera, una de las grandes del
Brasil. En ellas transitan los afectos, los recuerdos y los sueños. También discurren
desencuentros y algunas tristezas, como en toda crónica doméstica, pero los
nombres saben a flores y los cuerpos son habitados por el gusto. Es el viejo
pretexto de la gula. Es la incesante y antigua fiesta de la vida.
Copio los versos en los que Drummond menciona la
noble “cozinha mineira”, y a la madre que hace la comida y cose con amor el
alma de los hijos:
“essa gula defendida
e o desejo muito simples
de pedir à mãe que cosa,
mais do que nossa
camisa,
nossa alma frouxa,
rasgada. . .
Ai, grande jantar mineiro
que seria esse. . .
Comíamos,
e comer abria fome,
e comida era pretexto.
(…)
Nunca desdenhe o tutu.
Vá lá mais um
torresminho.
E quanto ao peru? Farofa
há de ser acompanhada
de uma boa cachacinha,
não desfazendo em
cerveja,
essa grande camarada”.
(“esa gula defendida
y el deseo muy simple
de que la madre nos cosa,
más que nuestra camisa,
nuestra alma blanda,
rasgada…
Ay, gran comida mineira
que esa sería… Comíamos,
y comer daba hambre,
y la comida era pretexto.
(…)
Nunca desprecie el tutu.
Ahí va un chicharrón.
Y cuánto al pavo? La farofa
ha de ser acompañada
de una buena cachacinha,
sin menoscabo de la
cerveza,
esa ilustre camarada.”
CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE
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