Una vez más el Centro de Investigaciones Gastronómicas de la UNEY realizó una brillante jornada de trabajo en el exterior. Esta vez fue en Quito durante una semana, por iniciativa de Nancy del Río, ministra consejera de nuestra embajada. Allí Cruz del Sur Morales, con la valiosa asistencia de Ricardo Oropeza, tuvo a su cargo la conducción de la cocina venezolana que el Swissôtel sirvió a sus clientes desde el 3 hasta el 7 de julio. Por su categoría, dicho hotel es sede permanente de congresos y recibe la visita de un público habituado a demandar servicios de primera, siendo el gastronómico uno de los más comprometidos.
Ante ese desafío, Cuchi y Ricardo estuvieron a la altura y lograron para la UNEY un éxito incuestionable y resonante. Debemos destacar no sólo el talento culinario de la primera, sino también la capacidad de trabajo de ambos para afrontar una labor tan extenuante, con las limitaciones que impone el hecho de estar en cocina ajena y en otro país (lo que supone, a veces, la no total provisión de los insumos necesarios). Pero para ellos no hubo escollos mayores. Todo lo hicieron bien y con alegría, como debe ser, tratándose de buenos cocineros. Lo demás corrió por cuenta del chigüire, del “aguaíto” de Guayana, del picadillo barinés, del tarkarí de chivo, de los bollos pelones de Yaracuy, del cuguyón de Paria, de la crema de caraotas o del casabe y las arepas, o de la salsa de merey, del lau lau ahumado, de la natilla de mazapán y del negro en camisa, por sólo nombrar una parte del ya amplísimo repertorio de Salsipuedes que Cuchi y Ricardo se llevaron a Quito para orgullo de San Felipe y de la UNEY.
No podemos obviar en esta nota el apoyo que recibieron de uno los más destacados chefs del Swissôtel. Nos referimos a Fabián Huerta, quien, ganado por la cocina venezolana, prestó una atención idónea y útil al trabajo de nuestros paisanos, allanándoles caminos y poniendo los fogones del hotel a su servicio. Deslumbrado por algunos platos, Fabián estuvo a punto de preparar él mismo la sopa rellena boconesa que Cuchi le dio a conocer con lujo de detalles, por lo que esperamos ver pronto esa maravilla en el menú del Quito Bar del Swissôtel. De lo que sí puede ya dar testimonio este cronista es de la destreza que Fabián adquirió rápidamente en la preparación de los tequeños.
Otro momento de esplendor del Cig-Uney en Quito fue el banquete que Venezuela ofreció el 5 de julio al cuerpo diplomático acreditado en Ecuador. El embajador Navas Tortolero le encomendó a Cruz del Sur Morales la preparación de la excelente comida de esa noche, lo que supuso la multiplicación del trabajo, ya que el deber del menú del hotel no había cesado. Me es inolvidable el momento en que entré a la cocina para hacer unas fotos y vi a Ricardo Oropeza en el trance de comenzar la faena: tenía que “esmechar” no menos de quince kilos de chigüire. Y lo hizo. Después, la belleza de Otavalo y de Cotacachi (contemplarla es de suyo un descanso) se encargaría de compensar tanto y noble esfuerzo.
Quito, que es siempre una fiesta del espíritu, fue durante la primera semana de julio una bella y sabrosa fiesta venezolana.
lunes, julio 17, 2006
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3 comentarios:
Tengo que probar el picadillo que prepara Cuchi! Aunque sé que no dejaré de compararlo con el que prepara mi papá allá en Barinas las pocas veces que voy, igual debe ser toda una experiencia. Por cierto que aún no pruebo sus Chiles en Nogada... :-(
Algún día paro la viajadera y me voy una semana pa' San Felipe. Lástima no haberme tocado estar por Quito en esta semana. Leí que conocieron "La Compañía" Impresionante, no?
Abrazos! Y felicitaciones por esos éxitos internacionales.
Te esperamos. Anímate pronto.
"La Compañía" es verdaderamente impresionante. Es única.
Un abrazo
Y a antes he escuchado de la sopa rellena.. cuentame mas ¡¡¡
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