Chema Madoz
Por consideración, respeto y gratitud a mis generosos lectores, la crónica de hoy no guardará silencio acerca de lo que en estos días está ocurriendo contra la UNEY. Si bien debo mantener una comprensible reserva en relación con algunos aspectos del tema, no hablaré a media voz. La actuación subrepticia y embozada es de otros. No mía, ni de quienes han expresado su desconcierto y su justificada indignación ante lo que la gente decente, que por fortuna es mucha, recibió de inmediato como una medida contra una institución que posee algo no tan común en estos tiempos: alma. Todos saben que me estoy refiriendo a la resolución publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela el viernes pasado, mediante la cual se intentó disfrazar la destitución de las autoridades de la UNEY (mi destitución y la de José Luis Najul) con la figura del nombramiento de un nuevo equipo rectoral, sin base legal alguna y en contravención de las más elementales normas de cortesía y de tratamiento institucional. Esto último lo percibe y entiende todo el mundo. Lo primero puede sorprender a quienes no son abogados, o a quienes, aún siéndolo, desconozcan que los nombramientos que recaen sobre el rector y el vicerrector todavía en funciones, lo son por tiempo determinado. Como las matemáticas elementales no constituyen una opinión, la cuenta da en todos los cálculos la misma fecha para la conclusión de nuestros mandatos: 11 de noviembre del 2012. Ese término no puede ser desconocido ni acortado por nadie, menos aún, tratándose –como se trata- de un término que representa derechos subjetivos y colectivos.
El período de cuatro años es un período de gobierno universitario que abarca a una comunidad seria, poseedora de programas y planes para el desarrollo de su trabajo académico. No es nada más un período de efectos individuales. De allí la justa reacción de profesores, estudiantes, administrativos y obreros de la UNEY, frente al acto que pretende arrebatarle su autonomía. Sí, leyeron bien, autonomía, la que de manera concreta le confiere la Ley y le ratifica su Reglamento General, para el libre desenvolvimiento de una labor formativa, científica e intelectual en provecho material y espiritual del país. Esa autonomía incluye desde hace varios meses la potestad de designar de su seno a los miembros del gobierno universitario, por feliz y sabia decisión adoptada en el año 2003 por el entonces ministro Héctor Navarro, conocedor de la UNEY, desde la época en que ésta era sólo un proyecto.
En un contexto constitucional y político que sustenta su avance democrático en la progresividad de los derechos, ¿es acaso admisible la involución? Lastimosamente no siempre las resoluciones ministeriales se adoptan con el cuidado que requiere todo acto administrativo, vale decir, con la revisión indispensable y atenta de las normas que le confieren facultades o atribuciones a los jerarcas. Como se sabe -o se debería saber-, uno de los alcances más sanos del Estado de Derecho, es aquel que limita el ejercicio del poder. Este puede realizar, no lo que le venga en gana, sino exclusivamente lo que la ley le autoriza. En este caso específico, la ley no lo facultaba para remover a nadie en la UNEY, y mucho menos, para amputarle a la comunidad su derecho a decidir sobre la vida universitaria. Sabemos que la práctica de enmendar errores no forma parte de la cultura administrativa venezolana, pero hoy en día Venezuela ha visto activarse un enorme proceso de transformación que enarbola la rectificación como una herramienta indispensable para el reimpulso de sus propósitos de cambio. Sabemos también que la actual ministra ya hizo una primera modificación, por error reconocido, en la resolución que hoy nos ocupa…
Como no hay destiempo para la verdad y la justicia, va mi mensaje de confianza a todos. Y mi infinito agradecimiento a quienes han expresado su adhesión a una universidad verdadera, comprometida entrañablemente con valores humanísticos y que exhibe, además, una límpida trayectoria que anima, pero no envanece, a su comunidad.
2 comentarios:
como universitario latinoamericano, la mencion a la declaración de Cordoba no es vana, te envio mi solidaridad y confió en la revisión de los errores.
un abrazo
Muchas gracias, Julio, por tu solidaridad.
Mi abrazo
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