CALDER. Peineta
La vio llegar a la casa de Samambaia, después de una agónica jornada. Miró en su pelo el brillo fugaz de las estrellas y guardó esa imagen para siempre. En sus manos tomó la peineta de Calder que Lota llevaba en sus cabellos. Aspiró su olor y la invitó a la mesa. Se abrazaron.
“Cookie” (Bishop) había preparado calabacines y lomo de cerdo con manzanas verdes. Se amaron esa noche oyendo un concierto de Lota para lluvia y techo.
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