Edouard Manet. Monet et sa femme sur le Bateau-Atelier
Ultimo día del año. Poca brisa y nubes quietas. Leo un poema en el que Octavio Paz ve unas ramas y habla de su “vaivén inmóvil”. Se refiere a la escritura, pero también a cuatro chopos, que, aspirados por el cielo, son ahora uno solo.
El ojo del poeta pinta, traza el centelleo que somos. Busca atrapar la línea que sale disparada de la página, pero se topa con caligrafías diversas. Todas siguen en ascenso.
Un pájaro ha llegado al balcón. Trae la luz y su armonía.
Pienso en otro pintor que oficia en el poema:
Latir de claridades últimas:/quince minutos sitiados/que ve Claude Monet desde una barca.
Dejo el libro de Paz para regar las matas y darles mi saludo. A ellas. A todos.
El ojo del poeta pinta, traza el centelleo que somos. Busca atrapar la línea que sale disparada de la página, pero se topa con caligrafías diversas. Todas siguen en ascenso.
Un pájaro ha llegado al balcón. Trae la luz y su armonía.
Pienso en otro pintor que oficia en el poema:
Latir de claridades últimas:/quince minutos sitiados/que ve Claude Monet desde una barca.
Dejo el libro de Paz para regar las matas y darles mi saludo. A ellas. A todos.
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