Se come musicalmente las sardinas, como si tocara un silbato. Da gusto de puro leerlo:
“Coge la cabeza del pescado con los dedos de una mano y la cola con los dedos de la otra, y lo come como si tocara la ocarina…, devora por aspiración, sorbiendo. La espina sale dibujada y limpia. Los espectáculos de avidez se hermanan muy bien con esta mar antigua. En esta mar hay rincones en los que parece percibirse el aire de las hecatombes homéricas. Yo me como las sardinas –modestia aparte- de una manera más académica: sobre el pan, pero no con los dedos.”.
Golosamente leo Un viaje frustrado, de Josep Pla.
Mar, sardinas, ilusión de vida libre.
En una sola frase, Pla, con la fascinación de lo cercano, traza
el perfil completo de su personaje, que había nacido, como el
autor, en Palafrugell, el país del pescado frito:
el perfil completo de su personaje, que había nacido, como el
autor, en Palafrugell, el país del pescado frito:
“Era un hombre importante, en el sentido de que sabía hacer
muchas cosas, y las hacía bien”.
muchas cosas, y las hacía bien”.
De eso dan fe sus oficios amables y sagrados:
“Era pescador, marinero, cazador, cocinero, cochero, sabía
comprar en el mercado, era un criado excelente y servía
admirablemente la mesa”.
comprar en el mercado, era un criado excelente y servía
admirablemente la mesa”.
A este servidor le encanta ese elogio, tanto, que lo quisiera
para sí.
1 comentario:
Un quebranto decembrino, por favor...
Publicar un comentario