José Lezama Lima
Si
Juan Izquierdo apareció de pronto en una novela de Sarduy y tuvo un intercambio
culinario con Luis Leng, el Enfermero se pregunta por qué ese par no habría de
visitar un día a Nelly en sus anotaciones. Hoy el Enfermero considera propicia
la ocasión para ese intercambio inesperado. La escena podría ocurrir en el
restaurante de Marcel Boulestin, en Covent Garden. Ocurrió, en efecto.
Ese
día el chef-profesor, interesado en la cocina popular inglesa, le consultaba a
Nelly por el cottage pie e invertía
la relación. Por un momento ella pasó a ser la instructora. Justo cuando Nelly
hablaba de poner el puré de papas y el queso sobre la carne, entró el maître a
la cocina y les informó que dos señores que habían terminado de comer estaban
preguntando por el chef y, extrañamente, también por Nelly. Sorprendidos,
salieron a la sala y vieron que se trataba de un asiático y un mulato. Conversaban
en voz baja. El primero le había enseñado al segundo el arte milenario de su
cocina y también “el señorío de la confiture, en la que “se había refugiado su
pereza” cuando sirvió en la Embajada de Cuba en París. Ambos, en la capital
francesa llegaron a recibir “merecidas reverencias” por la destreza con la que
adobaban los camarones. Ahora estaban allí, como dos piezas arqueológicas,
murmurando algo sobre dos gemelas indochinas sentadas en la mesa de al lado.
“Se parecen”, dijo el mulato, “a las duales aquellas de Maitreya, a los que yo les preparaba sopa de nido de golondrina
que saboreaban con un silbidito de
cuchara, echando atrás la cabeza y con los ojos en blanco”. Hizo una pausa y le
preguntó a su amigo: “¿Cómo le parece, maestro Leng?”. Sí, porque ellos eran: Luis Leng, el “altivo
chino”, como lo llama Lezama en Paradiso
y el mulato Juan Izquierdo, refistolero como pocos, cuyos inventos en la cocina
tanto hicieron rabiar a doña Augusta.
Cuando
el chef Boulestin y su alumna Nelly Boxall se acercaron a la mesa de los
curiosos clientes, estos se pusieron de pie y se presentaron como viejos
profesionales del oficio. “Queremos felicitarlos por esa maravilla de ternera a
la bordelesa que nos hemos comido”, dijo el chino. “Estaba magnífica”, añadió
Izquierdo. Tras ese comentario, en verdad, sincero, revelaron el audaz motivo
del llamado: una invitación a comer en casa de sus amigas Auxilio y Socorro,
que ahora vivían en Londres. “Aparte de quimbombó con camarones y de tortilla
“fu yung”, podrán degustar la famosa pechuga de pavipollo del mulato”, añadió
Luis Leng. Izquierdo le entregó a Boulestin una tarjeta con la dirección. Al
verla, el chef se sorprendió: la casa de las Géminis está en Kensignton. En su
interior pensó reconsiderar su decisión de no ir.
Mientras
Leng se despedía, el mulato le dijo a Nelly en el oído: “¿Te dignarías en
llevarme tu conocida mermelada de naranja?”. Superado su asombro, Nelly
respondió: “Sí me dignaría”.
Al
salir, las indochinas de la mesa contigua, que habían bebido unas copas de más,
miraron a los cuatro cocineros y dijeron: “Somos las morochas Minh Thai, como
nos dice Luisana. Nos volveremos a ver en otra novela”.
El Enfermero, al concluir la anotación sacó una cuenta y escribió: “Hace 44 años murió Lezama Lima. Por eso, esta nota”.
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