domingo, julio 02, 2006
Un motivo para la bouillabaisse
Zinedine Zidane
El miércoles pasado tuvimos en la UNEY un animado coloquio sobre fútbol. Sin que los participantes nos pusiéramos de acuerdo, la tertulia se tornó por un buen tiempo en un homenaje a Zinedine Zidane, quien había demostrado el día anterior frente a España estar lejos de la decadencia que algunos comentaristas le estaban atribuyendo con avilantez indigna de cualquier causa. Estoy seguro de que José Luis Meléndez, conocedor profundo de la trayectoria del marsellés, tuvo durante la tertulia la premonición de lo que ocurriría clamorosamente el sábado primero de julio en Frankfurt. No vaticinó Meléndez, como la mayoría, un triunfo de Brasil ante Francia. Tampoco hizo lo contrario. Luego de haber exaltado el arte de Zidane en el campo de juego, se reservó su pronóstico con cierta malicia y dejó abierta todas las posibilidades. A contracorriente de quienes desdeñan, por viejo, al jugador de más edad, (olvidando que la sabiduría es más un producto de los años que de las diabluras), Meléndez optó por destacar la vigorosa calidad del francés y lo ubicó de primero entre los más grandes jugadores europeos de todos los tiempos, lo que ya es decir, si recordamos los nombres insignes de Beckenbauer, Cruyff y Platini.
Setenta y dos horas después del discreto y emocionado homenaje de Meléndez a Zidane, éste tendría su momento de mayor esplendor en el campeonato mundial. Ya no habría dudas. En efecto, no las hay. Zidane el sábado pasado se desmarcó de los vaticinios ominosos y le dio una lección definitiva de excelencia futbolística a todos, incluidos los brasileños. Bicicletas y sombreros hicieron su aparición en el estadio de Frankfurt por arte de magia zidaniana y dejaron en el camino a la más espléndida y arrogante de las selecciones que ha pisado una cancha en mucho tiempo. Ahí estaba Zinedine Zidane, sencillo, entero y sabio, prodigando su calidad indiscutible como un regalo para quienes gustan del juego y del baile al mismo tiempo. El muchacho que una vez quiso ser Enzo Francescoli es hoy Francescoli y mucho más. Es nada menos que Zinedine Zidane, pero no se lo anda diciendo a nadie. Sólo lo demuestra. Y lo hace con una virtud poco común en esta época: la elegancia, la auténtica elegancia alabada por Brummell: la que no se exhibe.
Si el viernes 30 asistimos abatidos al asado de Salsipuedes, vayamos hoy, felices, por una bullabesa, en honor al Zidane de los prodigios. Zidane es también uno de los emblemas de Provenza. Por eso no creo que exista mejor manera de disfrutar la hora cumbre de su persistencia que compartiendo con amigos amantes de la magia futbolística el plato más universal de Marsella: la “bouillabaisse”, esa maravilla compuesta de pescados y crustáceos cocidos en agua con algo de vino blanco y sazonada con pimienta, hojas de laurel, ajo, tomillo, perejil, hinojo, corteza de naranja, aceite de oliva, tomate y, si se puede, azafrán egipcio. Que Cuchi tenga listo el alioli para untarlo a las rodajas de pan de payés e iniciar la ceremonia gastronómica futbolera con un blanco bien seco, mientras escuchamos a Yves Montand (otro marsellés célebre) diciéndonos “...une chanson qui nous ressemble”.
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3 comentarios:
El artículo de Juan Cruz hoy en El País está excelente. También el de Segurola. El primero es sobre Zidane. El segundo es una descarnado análisis del sobrevaluado equipo brasileño.
¡Un vino del Var para la bullabesa!
P.D: Ratifico: del Var.
Hola Biscuter,
Lo de Zidane es impactante, sublime y la mayor cura de humildad para los dos eliminados:
los brasileños por creerse que pueden ser campeones solo por el nombre y a los españoles por haber ofendido a zidane y a francia antes del partido.
desgraciadamente mis compatriotas siguen cometiendo los mismos errores mundial tras mundial, se creen campeones despues de ganarle a tunez y arabia saudi y todo termina siempre con el mismo resultado.. impresentables los pitos a la marsellesa !!!!!!
Zinedine Zidane (Zizou)..Un joueur plein d´experiences. mais surtout, un joueur plein d`humilité, c'est pourquoi il apporte le triomphe à ses pieds
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