1. Es otro mar y es otro cielo. También es otra luz, la luz primordial de Venezuela, por decirlo con una ligera variante del hermoso lugar común que hace de la península de Paria la tierra de nuestros amaneceres. Esa Tierra de Gracia, como la llamó Colón posee también otros colores y sabores. En este momento no sé cómo verbalizar la diferencia, pero sé que son otros. Estoy en Río Caribe y la tentación del imaginario edénico se ha hecho inevitable. Por fortuna, el viento está trayendo olores de pescado fresco, afinco mis pies en la tierra y pienso en la curvinata al curry que comeré este mediodía y me olvido de la retórica.
2. Tamara Rodríguez es una cocinera y periodista que se enamoró de Paria y en ella se quedó con su marido y sus hijos, primero en San Juan de las Galdonas y ahora en Río Caribe. Tamara nos prodiga relatos parianos y noticias de sus investigaciones gastronómicas. Nos recomienda el restaurante de Cosmelina, llamado Casablanca, frente al mar, en la entrada de Río Caribe. Cosmelina, que es “cósmica y amable” (Tamara dixit) nos sirve un almuerzo estupendo en el que disfrutamos de la presencia predominante del curry y de un postre de mango con chocolate que colma de diversidad y delicia ese prodigio gastronómico.
3. El paisaje del estado Sucre me resulta entrañablemente hermoso. Incluyo en esta impresión a su paisaje humano que se concentra y vive su esplendor total en los mercados. Hacemos dos visitas memorables: al mercado de Carúpano y al mercado de Cumaná. Su música y su laberinto de olores nos seducen. El de Cumaná es una marea de fragancias. El de Carúpano una fiesta.
4. Al pasar y leer las señalizaciones siento de pronto unas inmensas ganas de habitar en estos topónimos de Sucre: Marigüitar, Pericantar y Tunantal. Deseo de albergue en las palabras que nombran el país.
5. En Cumaná el restaurante semiescondido de Caigüire se lleva los honores por su ensalada de catalana, merecedora de un Premio Nobel. Caigüire es vieja zona de pescadores. Todo allí huele a pescado fresco. Por cierto, los vientos huracanados de esa tarde arrasaron con varios árboles de Cumaná y con muchos ranchos del estado Sucre. Comenzaron cuando estábamos en Caigüire. Oímos un ruido espantoso y Cuchi dijo: “Se cayó un techo”. De inmediato se fue la luz. Cuchi salió a fumar y sintió el viento, el fuerte viento que pasó esa tarde por Cumaná como alma que lleva el diablo. Pero adentro vivíamos otro tiempo, el tiempo de una delicia nunca saboreada: la ensalada de catalana, incomparable.
6. Parada ritual de Cuchi en el viaje de ida para almorzar lebranche asado frente a la laguna de Unare. Apacibles en las ramas de un árbol las pardas cotúas de Boca de Uchire.
7. De regreso: entrada a Clarines para ver la iglesia, recordar a Armas Alfonzo y nombrar a Manuel Espinoza, quien allí vive. Para mí que Armas Alfonzo fundó todas estas tierras. Su obra narrativa es un poema interminable, a partir del cual estos espacios comenzaron a mirarse y vivirse de una manera mítica. Vimos un mato en la plaza y parecía lo que es: prehistórico y sagrado. Con gusto nos hubiéramos quedado ayer en Clarines procurándonos alguno de los bienes terrenales de Mamachía. Por ejemplo: una polverita hecha con una lata de mantequilla Brun.
2. Tamara Rodríguez es una cocinera y periodista que se enamoró de Paria y en ella se quedó con su marido y sus hijos, primero en San Juan de las Galdonas y ahora en Río Caribe. Tamara nos prodiga relatos parianos y noticias de sus investigaciones gastronómicas. Nos recomienda el restaurante de Cosmelina, llamado Casablanca, frente al mar, en la entrada de Río Caribe. Cosmelina, que es “cósmica y amable” (Tamara dixit) nos sirve un almuerzo estupendo en el que disfrutamos de la presencia predominante del curry y de un postre de mango con chocolate que colma de diversidad y delicia ese prodigio gastronómico.
3. El paisaje del estado Sucre me resulta entrañablemente hermoso. Incluyo en esta impresión a su paisaje humano que se concentra y vive su esplendor total en los mercados. Hacemos dos visitas memorables: al mercado de Carúpano y al mercado de Cumaná. Su música y su laberinto de olores nos seducen. El de Cumaná es una marea de fragancias. El de Carúpano una fiesta.
4. Al pasar y leer las señalizaciones siento de pronto unas inmensas ganas de habitar en estos topónimos de Sucre: Marigüitar, Pericantar y Tunantal. Deseo de albergue en las palabras que nombran el país.
5. En Cumaná el restaurante semiescondido de Caigüire se lleva los honores por su ensalada de catalana, merecedora de un Premio Nobel. Caigüire es vieja zona de pescadores. Todo allí huele a pescado fresco. Por cierto, los vientos huracanados de esa tarde arrasaron con varios árboles de Cumaná y con muchos ranchos del estado Sucre. Comenzaron cuando estábamos en Caigüire. Oímos un ruido espantoso y Cuchi dijo: “Se cayó un techo”. De inmediato se fue la luz. Cuchi salió a fumar y sintió el viento, el fuerte viento que pasó esa tarde por Cumaná como alma que lleva el diablo. Pero adentro vivíamos otro tiempo, el tiempo de una delicia nunca saboreada: la ensalada de catalana, incomparable.
6. Parada ritual de Cuchi en el viaje de ida para almorzar lebranche asado frente a la laguna de Unare. Apacibles en las ramas de un árbol las pardas cotúas de Boca de Uchire.
7. De regreso: entrada a Clarines para ver la iglesia, recordar a Armas Alfonzo y nombrar a Manuel Espinoza, quien allí vive. Para mí que Armas Alfonzo fundó todas estas tierras. Su obra narrativa es un poema interminable, a partir del cual estos espacios comenzaron a mirarse y vivirse de una manera mítica. Vimos un mato en la plaza y parecía lo que es: prehistórico y sagrado. Con gusto nos hubiéramos quedado ayer en Clarines procurándonos alguno de los bienes terrenales de Mamachía. Por ejemplo: una polverita hecha con una lata de mantequilla Brun.
12 comentarios:
Que bello post
Provoca irse a Paria y dejarse embrujar en su sensualidad. Provoca irse y persderse en su voluptuosidad de mùltiples verdes.
Saludos desde una tierra más alta y menos verde
Cierto que maravilla descubrir nuestra geografía humana; el entendimiento entre la gente y los espacios, la naturaleza. Fue un placer este breve encuentro. Olvidé darles la mermelada de charlotas y el CD de música pariana. Bienvenidos y bienvenidas.
La verdad es que me estremecio la narracion. Ademas es la segunda vez en una semana que mencionan a la ensalada de catalana. Ya casi que la pruebo. Ojala pudiera trasladarme hasta alla ahora mismo, y escapar del infierno. Saludos
Ilustrisimos:
La meseta castellana no sera Paria, pero tengo el honor de informarles que el antiguo cine "Breton" de la ciudad de Sepulveda fue escenario de un inspirado brindis en su honor pronunciado sobre los restos de un cordero por el ultimo discipulo de Artaud, Henri S. Leprince.
Como veran el neonachismo sigue echando vaina.
Un abrazo,
.Guy
Así fue
Lo que más me gusta de Venezuela, además de su benévolo clima, sus bellos paisajes y sus amables gentes, es la sonoridad y musicalidad de sus nombres: Paria, Cumaná, Mamachía,Caigüire , Chichiriviche, Maracaibo, araguaney...no suena a música?
Saludos desde otro mar, otra luz y otro verde
Venezuela habla cantando!!!
Estoy feliz por la reaparición del neonachismo. Tenía que ser la comida la encargada de atraerlo nuevamente a nuestros predios. El eje Aberdeen-Madrid-Buenos Aires tiene ahora la misión de mantenerlo entre nosotros.
Gracias, Camille, por tu comentario. Visité tu página. Pareces neonachista.
Tamara, te avisaremos cuando vayamos por la mermelada de charlotas y por el CD de música pariana. Por ahora disfrutamos del chinguirito, de la pimienta de Guinea y de la sarrapia.
Saludos.
Espero que eso no sea un insulto ja ja ja
No lo es, por supuesto.
En algunas direcciones como la que sigue pueden encontrarse pistas, no sé si apócrifas, acerca del neonachismo:
http://cuadrivio.blogspot.com/2005_08_01_archive.html
Saludos
Gracias altazor, la verdad es que estuve investigando un poco pues me entró curiosidad. Es un poco etéreo todo. Me gustan los misterios.
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