lunes, diciembre 03, 2007

En mitad de la ensaimada


Mientras recuerdo una remota madrugada barcelonesa en la que Felipe Díaz Infante, una amiga suya y yo, esperábamos ansiosos que se abrieran las puertas de una fábrica por los lados de Atarazanas, viene a mi memoria aquel poema en el que Cortázar recuerda que Borges se plantó en mitad de la ensaimada y dijo “Babilonia”. Y es natural que haya asociado ambas cosas, puesto que el establecimiento referido no era otro que la más famosa fábrica de ensaimadas de la Ciudad Condal en ese tiempo. Amanecimos allí después de una noche de farra, a la espera de la obra maestra de la repostería mallorquina. ¡Y cómo valió la pena! Comimos, recién salidas del horno, las más sabrosas ensaimadas que imaginarse puedan.

El poema de Cortázar es un homenaje a Borges, quien de joven debió experimentar en Palma de Mallorca el supremo placer de un desayuno de café con ensaimadas. Sé que el admirado Josep Pla dejó establecido que, acompañada de café negro, la ensaimada puede convertirse en un desayuno de calidad insuperable. Cito sus palabras: “En este país, que apenas conoce el desayuno de tenedor, la combinación de un buen café negro y una ensaimada mallorquina es, sospecho, lo mejor que se puede desayunar (...). ¿Se imaginan lo que sería la combinación de esta mercancía con una taza, o dos, de café elaborado en Italia? Es un acercamiento tan acertado que parece una pura ilusión, casi irreal, del espíritu. El café de Italia es el mejor del mundo, pero lo que allí suele acompañarlo es bien poca cosa; aquí, en cambio, la ensaimada no tiene rival y el café tiene una gracia más bien escasa, por no decir nula. Siempre sucede igual... (...) ¿Y por la tarde, a la hora de merendar? Si para el desayuno a mi manera no tiene rival, para merendar ni la comparación es posible. La mejor ensaimada es la acaba de salir del horno y se sirve tibia. Como merienda, que suele ser a un ahora incierta y crepuscular, la ensaimada pasa sola, volando, tiene una incitación positiva”.

Recordar hoy ensaimadas comidas en grata compañía y leer a Pla haciendo el elogio del célebre bollo, equivale para mí, pobre borgeano, a decir “Babilonia”, porque en realidad quiero referir otras cosas, no sé cuáles... Me faltan la ensaimada y el buen café, pero poseo la nitidez de un momento y la insustituible memoria de la levedad. Cito nuevamente al gran Josep Pla: “(La ensaimada) tiene, por así decirlo, un peso atómico tan a la medida del paladar humano y de su espíritu, que su embocadura nunca puede tener consecuencias desorbitadas”.

La ensaimada es sutil y elegante, como digno producto del país de Villalonga. Creo que así como la magdalena de Proust suele aparecer en el momento menos pensado, la ensaimada de Villalonga tiene preparados sus asedios a la vuelta de cualquier página.

No puedo dejar de compartir el poema de Cortázar. Lo transcribo:

Justo en mitad de la ensaimada
Se plantó y dijo: Babilonia.
Muy pocos entendieron que quería decir el Río de la Plata.
Cuando se dieron cuenta ya era tarde,
quién ataja a este potro que galopa
de Patmos a Gotinga a media rienda.
Se empezó a hablar de vikings en el café Tortoni,
y eso curó a unos cuantos de Juan Pedro Calou
y enfermó a los más flojos de runa y David Hume.

A todo esto él leía novelas policiales.

(Julio Cortázar, La vuelta al día en ochenta mundos)

7 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

¡Qué bien Josep Pla!

Gracias por este bello post.

Otrosí: ensaimada viene de "saim" que significa manteca de cerdo.

Biscuter dijo...
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Anónimo dijo...
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Biscuter dijo...
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