“¿El tiempo? El tiempo pasa”. Esa fue la sencilla respuesta tautológica que dio una vez Marcel Duchamp cuando le pidieron su opinión acerca del abrumador problema. Siempre ha sido un enigma. No hay manera de descifrarlo por completo. Y menos aún, de abolirlo. Su fluidez o su retorno nos abisman. El tiempo nos lleva “como lleva el río una hoja en el agua que declina”, para decirlo con versos de un hombre que intentó brillantemente refutarlo. El, Borges, hecho de tiempo y letras, terminó rindiéndose ante su alucinante realidad.
El tiempo, también como concepto, nos tiende celadas. No le basta con habernos hecho rehenes de su curso inevitable o de sus múltiples enredos. Nos reta a comprenderlo. El tiempo nos quita “tiempo” para que pensemos a veces sólo en él. Nos secuestra doblemente… Pero no “perdamos tiempo” en explicarlo. A lo que vamos: “matemos el tiempo” de una vez y escribamos. Escribamos, entonces, que hace cinco años dimos inicio a este blog y que acá estamos, dándole continuidad a la línea, aunque en ocasiones su trazo se repita, se remarque, se diluya, se evada, se divierta o se llene de dudas y retorne al sitio de donde vino, para empezar de nuevo el sabor en la palabra inicial o el saber en la página remota de una receta olvidada.
La idea ha sido compartir reflexiones sobre diversos temas, pero teniendo como excusa o punto de partida la cocina y como pizarra permanente la literatura. Cuando digo reflexiones, como ya todos lo habrán apreciado, no me refiero a pensamientos o elucubraciones y menos aún a teorías. Aludo simplemente a imágenes que se reflejan en el espejo de la escritura rápida y que vienen de la memoria, ese laberinto de signos que cada uno va diseñando a lo largo de la vida, con la arbitrariedad de diversas experiencias y lecturas y, que al revelar sus pasadizos, también lo hace de manera caprichosa. Así, más que conceptos -para seguir con la metáfora del espejo-, acá han abundado las especulaciones, las ocurrencias propias y ajenas, los intertextos, la nostalgia por algún plato, los olores de un huerto de la infancia, la evocación de una comilona entre amigos, la afición al dulce, el asombro reiterado ante la grandeza de la cocina casera, el gusto por la literatura y sus roces con la gastronomía y, sobre todo, las enseñanzas recibidas, en especial de Cruz del Sur Morales (Cuchi), cuyo magisterio cotidiano me ha hecho hablar muchas veces por boca de ganso. Puesto a agradecer los cinco años de este blog, a ella va en primer lugar mi gratitud.
También doy las gracias a los lectores. Sin ellos y su generosidad, no tendrían sentido estas incursiones que procuran el diálogo, enriquecido siempre por sus comentarios.
El tiempo, también como concepto, nos tiende celadas. No le basta con habernos hecho rehenes de su curso inevitable o de sus múltiples enredos. Nos reta a comprenderlo. El tiempo nos quita “tiempo” para que pensemos a veces sólo en él. Nos secuestra doblemente… Pero no “perdamos tiempo” en explicarlo. A lo que vamos: “matemos el tiempo” de una vez y escribamos. Escribamos, entonces, que hace cinco años dimos inicio a este blog y que acá estamos, dándole continuidad a la línea, aunque en ocasiones su trazo se repita, se remarque, se diluya, se evada, se divierta o se llene de dudas y retorne al sitio de donde vino, para empezar de nuevo el sabor en la palabra inicial o el saber en la página remota de una receta olvidada.
La idea ha sido compartir reflexiones sobre diversos temas, pero teniendo como excusa o punto de partida la cocina y como pizarra permanente la literatura. Cuando digo reflexiones, como ya todos lo habrán apreciado, no me refiero a pensamientos o elucubraciones y menos aún a teorías. Aludo simplemente a imágenes que se reflejan en el espejo de la escritura rápida y que vienen de la memoria, ese laberinto de signos que cada uno va diseñando a lo largo de la vida, con la arbitrariedad de diversas experiencias y lecturas y, que al revelar sus pasadizos, también lo hace de manera caprichosa. Así, más que conceptos -para seguir con la metáfora del espejo-, acá han abundado las especulaciones, las ocurrencias propias y ajenas, los intertextos, la nostalgia por algún plato, los olores de un huerto de la infancia, la evocación de una comilona entre amigos, la afición al dulce, el asombro reiterado ante la grandeza de la cocina casera, el gusto por la literatura y sus roces con la gastronomía y, sobre todo, las enseñanzas recibidas, en especial de Cruz del Sur Morales (Cuchi), cuyo magisterio cotidiano me ha hecho hablar muchas veces por boca de ganso. Puesto a agradecer los cinco años de este blog, a ella va en primer lugar mi gratitud.
También doy las gracias a los lectores. Sin ellos y su generosidad, no tendrían sentido estas incursiones que procuran el diálogo, enriquecido siempre por sus comentarios.
Zorrilla escribió unos versos que revelan cómo el tiempo hace ilusorias las esperas no fundadas. También son aplicables a la fugacidad de todo cuanto transcurre. Los cito para que en este cumpleaños, mis amigos y compañeros celebren, además, una oblicua picardía local:
“Pasó un día y otro día,
un mes y otro mes pasó,
y un año pasado había
y de Flandes no volvía
Diego que a Flandes partió”.
7 comentarios:
ojalá sigamos leyendo de este blog por muchos años más! gracias!
Felicidades en este aniversario, y que su fecunda memoria nos siga alimentando!
Tenía pendiente recomendarle un artículo que apareció en la revista The New Yorker la semana pasada. Lo escribe Elif Batuman y se titula "The Memory Kitchen". Me recordó un poco a este proyecto:
http://www.scribd.com/doc/30192452/The-Memory-Kitchen-A-chef-recovers-the-foods-that-Turkey-forgot
Un saludo,
Sergio.
"El tiempo sólo es tardanza / de lo que está por venir." Martín Fierro de José Hernández
Felicitaciones y que sigan los artículos desparramando ideas...
Un abrazo.
Este Blog le cambió la vida a muchos, incluyéndome, gracias a palabras sabias que no necesitaron mucho trabajo para horadar el alma.
¡Gracias de parte de tantos lectores!
Sumito
Salud, un abrazo y muchas gracias, Freddy.
Feliz cumpleaños al blog y un gran abrazo!
Cuantos años más serán?
Amanecerá y veremos.
Gracias a todos por esos comentarios tan cálidos y generosos. Gracias por la compañía y el estímulo.
Gracias Deivid, por tus lecturas. Gracias Casquivano, por tu afecto y por tu recomendación.
Gracias Fernando, por esa inmensa frase del Martín Fierro. Vale oro.
Gracias Sumito, por tus conmovedoras palabras y por tu pródigo y dadivoso apoyo.
Gracias Narciso Espejo, por estar presente.
Gracias Alejandro, por la amistad y los recuerdos.
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