lunes, diciembre 02, 2013

Macedonio y empanadas de Nicolasa


Macedonio Fernández

Tres vueltas al parque y una página del Museo de la Novela de la Eterna. Macedonio, con una rotunda frase, acaba de informarnos la salida de uno de sus personajes más entrañables: “Nicolasa se va”. 

Sí. Se va la robusta cocinera que había aceptado participar en la historia, con una sola condición: que se le permitiera abandonar por momentos la novela, para ver si no se le derramaba un dulce de zapallo que había dejado en el tercer hervor, para verificar la cocción de cualquiera de sus preparaciones o hacer la rectificación de sal que ellas requieren. El autor, que amablemente había consentido en esa exigencia culinaria, no pudo manejar las ausencias de Nicolasa, y ahora, muy a su pesar, tiene que prescindir de ella. No está de más agregar que le ha endosado a Dios la culpa del sacrificio, por el funesto error de prohibir la ubicuidad. 

Antes de despedir definitivamente a Nicolasa Moreno de la novela, Macedonio Fernández refiere el aroma suntuoso de sus empanadas, así como la frase que ella le dijo a otro personaje en el momento fatal de su salida: 

“…usted, que es hombre de buen apetito, se figurará qué podrá resultar de una novela sin cocinera: una novela de ayunadores”. 

Refiere Macedonio que Nicolasa inventó una unidad de medida gastronómica: “la empanada y media”. La misma tuvo tanto éxito que llegó a ser moneda de curso local y con frecuencia se le mencionaba en los contratos mercantiles de este modo: “Contra reembolso en dinero o empanadas y media”.
--
Pienso que Macedonio Fernández es el padre y el abuelo de todas las osadías narrativas que conocemos. Con razón dijo el Turco Saer: El Museo de la Novela de la Eterna vuelve anticipadamente anacrónicos aun a sus herederos (entre lo que me atrevo a contarme)”. 

El maravilloso libro de Macedonio puede abrirse por cualquier página y siempre encontraremos una genialidad citable y fecunda. Hagan la prueba. Yo la hice hoy.  

P.D: A falta de Nicolasa, rememoro el sabor de las prodigiosas empanadas de La Paceña, en Belgrano, conocidas por mí gracias a Eduardo y Luisana, grandes frecuentadores de ese sitio.

No hay comentarios.: