Vittorio Gassman y Fanny Ardant en La cena, de Ettore Scola
Ya son incontables, pero no es fácil olvidar
todavía aquella cena plural de Ettore Scola.
Si bien el tema sigue acumulando películas casi
en cascada, la trattoria romana donde cocinaba el quisquilloso Duilio, se
mantiene irradiante en la memoria. Sus mesas, llenas de pasta, bresaola y
trippa, guardan intactos los dramas que más nos entretienen.
Hoy he vuelto a verla y confieso que sigo
fascinado por Flora (Fanny Ardant), dueña del restaurante y la belleza.
El filme es un lugar común en los mejores elencos
de Cine y Gastronomía. También, por supuesto, en las semblanzas de Vittorio
Gassman.
Me refiero, claro, a La cena, que, en rigor,
es “todas las cenas”, ese fresco de Scola que no olvidó reservarle el mejor
plato de Duilio –como es costumbre- a quienes comen en la cocina, cuando los
comensales que pagan ya se han ido. Esa vez les tocó un suculento timballo di risotto, famoso en la
brigada. Por ese inmenso detalle, celebro ahora esta película, tan deliciosamente
humana.
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