Daniel Gómez (Colombia) y al fondo Damarys (Venezuela), Fabiola (Bolivia), Refugio (México) y Jenny (Bolivia)
Llegó a su fin el VIII Encuentro para la Promoción y Difusión del Patrimonio Inmaterial de los Países Iberoamericanos. Fue una intensa semana de trabajo, diálogo y disfrute que tuvo como sede la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, por cuyos anillos circulamos a diario para ir del Centro Cultural "Simón I. Patiño" (lugar de las conferencias) al "Tatapy", donde montó su laboratorio el equipo gastronómico del Encuentro. Del "Patiño" al "Tatapy", pero también del hotel al Teatro y del Teatro a la Plaza. Por fortuna, todo cerca o en algunos casos, relativamente cerca. La hospitalidad del cruceño nos acompañó siempre en todos esos recorridos.
Si se tratara de hacer balance del Encuentro, además de la unánime apreciación acerca del modo admirable como trabajó el equipo de gastronomía, tendríamos que incluir la buena recepción de los cruceños. Dos ejemplos: el primero, las dos fiestas realizadas en la plaza con presentación de grupos musicales de Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia, República Dominicana y España y con degustación de platos de los países mencionados (excepto España) y de México. Ambas fiestas fueron una bellísima demostración de que el pueblo de Santa Cruz se integró al Encuentro.
Si se tratara de hacer balance del Encuentro, además de la unánime apreciación acerca del modo admirable como trabajó el equipo de gastronomía, tendríamos que incluir la buena recepción de los cruceños. Dos ejemplos: el primero, las dos fiestas realizadas en la plaza con presentación de grupos musicales de Bolivia, Perú, Venezuela, Colombia, República Dominicana y España y con degustación de platos de los países mencionados (excepto España) y de México. Ambas fiestas fueron una bellísima demostración de que el pueblo de Santa Cruz se integró al Encuentro.
El otro ejemplo lo representan los talleres de cocina realizados en los estupendos y bien equipados espacios de la Cámara Hotelera. Todos los talleres tuvieron la valiosa participación de personas que demostraron genuino interés por las cocinas de los países presentes en el Encuentro. Un apasionado de la cocina viajó con gran esfuerzo desde Potosí para asistir a las sesiones. Una monja, trabajadora social y cultural, fue asidua tallerista. Un grupo de servidores turísticos también hizo lo propio. Y asi, todos con el interés de reproducir esa experiencia en sus comunidades. Hoy mismo, concluido ya el Encuentro, los cocineros mexicanos tuvieron una sesión de trabajo con unas personas interesadas en conocer sobre las investigaciones que Yuri de Gortari y Edmundo Escamilla desarrollan en su escuela "La Bombilla" de México DF. Creo que cosas como esas son las que le otorgan verdadero sentido a estos Encuentros itinerantes.
Así como el año pasado en San Felipe, la convivencia de los cocineros fue otra de las notas resaltantes de Santa Cruz. ¡Qué grato es comprobar que la humildad también existe en la cocina! Confundidas a veces por ciertas imágenes que la "moda gourmet" nos prodiga en diversos escenarios, algunas personas creen que el divismo es ahora una condición natural de los cocineros. Nada más lejos de lo cierto en el caso de quienes dirigieron los fogones en este VIII Encuentro. Desde la sabia sencillez del maestro Yuri de Gortari hasta la disciplinada curiosidad del joven peruano Juan Andrés García (pasando por la torrencial cultura de Edmundo Escamilla, el inmenso conocimiento gastronómico y capacidad organizativa de Cuchi, la amorosa devoción por el oficio de Ramiro Delgado, la firme y fecunda vocación de Ricardo Cortez y los incansables y creativos aportes de Refugio García, Humberto Arrietti, Pablo Hernández, Daniel Gómez y Damarys Loyo), se marca con nitidez una línea que permite constatar que la gastronomía no es un coto cerrado, sino un lugar para amar y compartir.
Así como el año pasado en San Felipe, la convivencia de los cocineros fue otra de las notas resaltantes de Santa Cruz. ¡Qué grato es comprobar que la humildad también existe en la cocina! Confundidas a veces por ciertas imágenes que la "moda gourmet" nos prodiga en diversos escenarios, algunas personas creen que el divismo es ahora una condición natural de los cocineros. Nada más lejos de lo cierto en el caso de quienes dirigieron los fogones en este VIII Encuentro. Desde la sabia sencillez del maestro Yuri de Gortari hasta la disciplinada curiosidad del joven peruano Juan Andrés García (pasando por la torrencial cultura de Edmundo Escamilla, el inmenso conocimiento gastronómico y capacidad organizativa de Cuchi, la amorosa devoción por el oficio de Ramiro Delgado, la firme y fecunda vocación de Ricardo Cortez y los incansables y creativos aportes de Refugio García, Humberto Arrietti, Pablo Hernández, Daniel Gómez y Damarys Loyo), se marca con nitidez una línea que permite constatar que la gastronomía no es un coto cerrado, sino un lugar para amar y compartir.
El próximo año haremos el IX Encuentro en Zacatecas, precisamente, gracias a la iniciativa y gestión del equipo gastronómico y al generoso entusiasmo de Isadora de Norden y de todo el Comité Académico. El tema será Lenguas y Tradiciones Orales y la gastronomía volverá a tener la palabra, la gracia, el gusto y la candela.
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