Matías Bruera. Foto de Martín Castillo
"La consagración del `mundo gourmet`, en la Argentina hambreada del presente, no forma parte de un proceso civilizatorio que hace de la memoria culinaria un valor sustantivo y conservacionista de las costumbres y tradiciones -pues la identidad, por estos lares, es siempre una condición irresuelta- , sino de un proceso que alienta la sofisticación en el consumo, por parte de un núcleo cada vez más reducido y expresionista de individuos, a partir de la constitución de valores distintivos frente al avance del hambre. En este sentido, es la más plena representación de una actitud reaccionaria y oclusiva ante la `producción` de miseria. // Ahora bien, toda catástrofe, con su lógica apremiante, enceguece el progresismo político al circunscribir la justicia a la distribución -valor no claudicable y fielmente expresado en la constitución de las espasmódicas asambleas y ollas populares citadinas- y a la no referir el problema a la conformación, también catastrófica y de más difícil intervención cívica, del progreso productivo. Es que el mito originario de `granero del mundo` sigue siendo tan determinante del imaginario como país, tanto en la escena nacional como en la internacional, que seguimos pensando que vivimos todavía en el bucólico territorio de las vacas gordas y las mieses generosas".
(Matías Bruera, La Argentina fermentada, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 23)
2 comentarios:
Excelente la charla de hoy con Matías Bruera y el resto de los invitados.
Bruera nos removió sutilmente de nuestra comodidad, poniendo el dedo en las llagas de uno y de otros, pero sobre todo exponiendo con mucha claridad el problema del "mundo gourmet": no es democrático, no es incluyente, no reconoce los valores ajenos, pero se los apropia si los puede disfrazar un poco (como la mex cuisine citada por Escamilla).
Por otro lado, la imagen de la gente siendo alimentada con forraje no se me quita de la cabeza, creo que se la voy a escamotear a Bruera para una clase (y se lo agradezco de antemano).
Salud
Excelente comentario,Oswaldo. Un abrazo
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