lunes, julio 28, 2008

Pregúntaselo al mar, que el mar lo sabe

Rodaballo

Alvaro Cunqueiro


Así concluye un hermosísimo soneto de Juan Beroes que mi memoria ha intentado guardar. Para el poeta no hay mejor testigo universal de alegrías y tristezas íntimas o colectivas, que ese terrible e inocente espejo azul donde mueren los ríos y Afrodita nace esplendorosa. Pregruntémosle al mar por los misterios. Los conoce todos. Quien se pasa la vida contemplándolo y, a veces, interrogándolo un poco, será más sabio que nosotros, pobres habitantes de ciudades lejanas a la costa.

Hoy, con cierta morriña, he estado recordando a ese gran conocedor de los fantasmas marinos que se llamó Alvaro Cunqueiro. Fue uno de los pocos seres humanos capaces de dar respuestas acertadas acerca de los muchos misterios de la mar profunda. Se aproximó con gracia e inventiva a los reinos sumergidos y a los caminos secretos que atesora el mundo submarino. Nos regaló con su obra un enigmático universo. Y lo hizo en galego y en español desde su tierra mágica. Hoy lo convoco y reviso sus libros, a ver si encuentro respuesta a una extrañeza doméstica: por qué un día un rodaballo de la mar gallega llegó a manos de Cuchi en Barquisimeto. Recuerdo que estaba haciendo sus compras habituales (seguramente en el desaparecido Uniprec) y de pronto vio un pescado raro que le pareció fresco (y no “del pleistosceno”, donde suele ubicar ella la data de la oferta marina de nuestras limitadas pescaderías urbanas). El insólito hallazgo le fue vendido como lenguado, pero Cuchi sabía que no era tal. Al llegar a la casa lo observó bien y encontró su vivo retrato, con exactitud sorprendente y minuciosa, en el infalibe Libro Azul de su biblioteca, que contiene fotos de varios tipos de esa especie tan codiciada por los europeos. No tuvo duda alguna. Era rodaballo.

Cuenta Alvaro Cunqueiro que en ciertas ocasiones algunos peces viajeros modifican su ruta, pero no tanto como para alejarse de la hermosa Finesterre hasta el exuberante y cálido Caribe. ¿Qué pasó con nuestro rodaballo inusitado? Yo he venido desde hace algunos años conjeturando una posibilidad nada inverosímil. Pienso que ese rodaballo era nada menos que el protagonista de la enorme novela de Günter Grass, un rodaballo parlante que le confió a Cuchi algunas claves gastronómicas y quién sabe si otras enseñanzas. Se cansó de vagar y buscó refugio literario en otros mares y bajo otros cielos, pero el destino le tenía deparada una mesa discreta y sencilla en la Urbanización Nueva Segovia de Barquisimeto, frente al Valle del Turbio. ¿Qué conversaron Cuchi y el rodaballo antes de su cocción? Pienso que la obra de Günter Grass puede darme algunas pistas. El rodaballo, como se llama la novela, es una historia de la alimentación o mejor dicho, una historia completa de Alemania, que tiene, según los buenos lectores tedescos, el mejor comienzo de narración alguna en alemán. Recordemos algo que nos atañe: el libro se inicia con una referencia culinaria y gustativa. Su primera frase sólo dice esto: “Ilsebill rectificó de sal”. Y después vienen la historia, la crónica, la fantasía, los símbolos y el erotismo de una trama que no ha concluido todavía.

Nuestro rodaballo no quiso retornar. Fue consumido en nuestra mesa, con perejil, papas al vapor y una deliciosa salsa romesco. Desde entonces habita para siempre en nuestra memoria, sobre todo, en la de Cuchi.

Me pregunto, nos preguntamos una vez más: ¿por qué vino hasta acá ese rodaballo? ¿Era realmente el de Grass? Y una interrogante adicional, que es más bien una ilusión: ¿Vendrán algún día nuevos rodaballos?

Pregúntaselo al mar, que el mar lo sabe.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Günter Grass en la novela A Paso de Cangrejo, afirma que: “Es necesario retroceder para avanzar, como los cangrejos”. Alterando un poco el contexto de esa frase o quizás dándole otra lectura; creo que recordar es también una forma de retroceder, tal vez la más placentera, y sin duda desandar en la memoria es una herramienta muy útil para avanzar. Me permití escribirle esto para celebrar con usted profesor tan hermosa evocación en el día de hoy. Un abrazo

Biscuter dijo...

Excelente lectura de la frase que citas de Grass. Retroceder también es avanzar.

Y recordar es despertar ("Recuerde el alma dormida/ avive el seso y despierte..", decía Jorge Manrique).

Quien retrocede así, puede adelantar con más impulso, con más seguridad.

Quien asi retrocede, aviva el seso y despierta.

Gracias por tu comentario.