Gracias a una formidable antología de poesía hispanoamericana hecha por Gustavo Guerrero (Cuerpo plural, Pretextos, 2010), estoy leyendo ahora un poema magistral del chileno Germán Carrasco (1971). Se titula Ruda y está dividido en diez estancias. Lo disfruto como poética de la escritura y como acto de magia que acaba de impregnar con su olor esta pequeña sala. Me provoca sembrarlo en un poema de Ida Vitale (Botánica), en el que ella, tan amante de las plantas, se queja de que no tiene en ese momento “ni una matica de ruda”.
Acá, en las letras de Carrasco, la ruda es como un bosque de efusivos álamos.
Copio su última estancia:
"10
Para escribir un par de versos se necesita
silencio, el Central Park como patio
y una ruda (por siaca)
aunque en tres baldosas sueltas
se pueda instalar un jardín.
Pero ojo porque quizás el aroma
que arrojó la planta cuando la regaba
fue el que provocó cierto estado
de ensoñación. Es posible,
en ese caso este texto sería
el simple efecto de ese perfume,
el perfume de ese efecto".
Acá, en las letras de Carrasco, la ruda es como un bosque de efusivos álamos.
Copio su última estancia:
"10
Para escribir un par de versos se necesita
silencio, el Central Park como patio
y una ruda (por siaca)
aunque en tres baldosas sueltas
se pueda instalar un jardín.
Pero ojo porque quizás el aroma
que arrojó la planta cuando la regaba
fue el que provocó cierto estado
de ensoñación. Es posible,
en ese caso este texto sería
el simple efecto de ese perfume,
el perfume de ese efecto".
GERMAN CARRASCO
P.D: Ese poema estaba inédito cuando Gustavo Guerrero lo incluyó en Cuerpo plural.
1 comentario:
¡Hermoso!... como un quebranto... "el perfume de ese efecto"...
Publicar un comentario