jueves, noviembre 12, 2015

La comida brasileña no se acaba nunca


El 3 de agosto de 1949 el escritor anotó en su diario que había cenado con Oswald de Andrade, a quien llamó “personaje notable”. Como la frase le resultó insuficiente, se trazó una tarea: desarrollarla. Más adelante comienza a hacerlo. Así, refirió que el brasileño le había hablado de la antropofagia cultural. Al tratar de resumir la lúcida teoría de Andrade, dijo: 

Ante el fracaso de Descartes y de la ciencia, volver a la fecundación primitiva: el matriarcado y la antropofagia. Al haber sido devorado allí el primer obispo que desembarcó en Bahía, Andrade databa su revista en el año 317 a partir de la deglución del obispo Sardina (porque se llamaba Sardina)".
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São Paulo en el diario del escritor francés será también esta conmovedora emisión de radio:  

Unas pobres gentes acudían al micrófono para exponer la necesidad en que se encontraban. Aquella noche, un negro alto, pobremente vestido, con una niña de cinco meses en brazos y el biberón en el bolsillo, acudió a explicar allí con sencillez que, al haberle abandonado su mujer, buscaba a alquien que pudiera ocuparse de la niña sin quitársela. Un ex piloto de guerra sin trabajo buscaba un puesto de mecánico, etc. A continuación, en las oficinas, esperamos las llamadas telefónicas de los oyentes. Cinco minutos después de acabar la audición, el teléfono suena sin interrupción. Todos se ofrecen u ofrecen alguna cosa. Mientras el negro está al aparato, el ex piloto le cuida la niña y la mece. Y el colofón: un negro alto, más viejo, entra en el despacho a medio vestir. Estaba durmiendo y su mujer, que escuchaba la emisión, lo despertó y le dijo: ‘Vete a buscar a la niña”.
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Y no por última, menos importante para el diarista, esta mínima referencia gastronómica. Abundante, bien combinado y multiétnico, hay un plato que atraviesa todas las culturas brasileñas. Lo comían tanto en la “casa grande” como en la “senzala”, donde seguramente se compuso “in illo tempore” por vez primera. Bien. El diarista, que es Albert Camus, después de comer en casa de Oswald de Andrade dijo algo que muchos compartimos: “La comida brasileña no se acaba nunca”. Hablaba de la “feijoada”.
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Albert Camus comiendo feijoada en casa de Oswald de Andrade. A su lado, Lina Bo Bardi. São Paulo. Agosto de 1949

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