lunes, mayo 02, 2011

La copla errante y gastronómica

Cuatro

Viene de las oquedades, dijo alguien. También podríamos afirmar que a veces cae de las ramas más altas. Centro de la cima, pero también de las honduras, la copla es clara y sombría la vez. Siempre es una voz que se justifica a sí misma, aunque sea algo más que una cadencia. Para pensarla hay que sentirla primero. Es más: con sentirla es suficiente. A veces pica y repica. Otras, estremece. Duele y conduele con oportuna precisión. Es poesía de todos y alimento primordial para la poesía de algunos. Se reza y se canta, pero también se juega. Eutrapelia y eucaristía, la copla es una memoria repleta de festejos y aflicciones. Descifra los códigos secretos del idioma y da lecciones de música, sin andar pregonando saberes especiales. Fuente para comprender culturas y conocer historias, la copla no ocupa un espacio fijo. Es errante, como dijo Gallegos en Cantaclaro. Hoy me servirá para aproximarme a la alimentación en Venezuela. Abro con la metáfora de la hermosísima misa católica y cierro con un consejo de sabiduría y prudencia:

En la mesa puse un vaso
y en el vaso una redoma,
en la redoma una rosa
y en la rosa una paloma

Cuando fueres a los llanos
y no llevares avío,
cantando se quita el hambre,
silbando se quita el frío.

El uvero y el caruto
son los frutos tempraneros
con que sostienen la vida
los infelices llaneros.

Yo juí el que le dio la muerte
al plátano verde asao;
cuando me lo dan lo como,
cuando no aguanto callao.

Cuando voy a la capilla
llego muerto de cansao,
pero como puntapieses
con topochos sancochaos.

Anoche estaba soñando,
contigo, mi dulce amor,
un sueñito muy salado
de gusto y de buen sabor.

El juez me preguntó ayer
que de qué me mantenía
-de comer y de beber-
como se mantiene usía.

Yo me llamo Juan de Orozco
cuando como no conozco.
Cuando acabo de comer
empiezo a reconocer.

Zamurito come carne
que yo quisiera comer,
costilla de vaca gorda
Y entrepierna de mujer.

El ají debe ser verde
y el pimiento colorado,
la berenjena espinosa
y los amores callados.

Amante de las paradojas, a Borges la gustaba una figura de la retórica llamada oxímoron. Por eso, no es temerario afirmar que habría disfrutado de la sexta copla o de su versión gauchesca, que debe haberla. Pero no sólo a Borges y a los gastrónomos les agrada ese salado y dulce sueño. Ya se sabe cómo sabe de bien la armoniosa combinación de los contrastes.

Y, por último, ¿qué me dicen de Juan de Orozco? Con él se identifican quienes todavía en este mundo que marcha a uña de caballo, son capaces de preservar el sacro momento de la comida. Y dispénsenme que no acabe diciendo en verso lo que empecé a conversar.

2 comentarios:

julio e. dijo...

amigo biscuter: la lectura de esta entrada tuya me ha llevado por caminos que se apartan un tanto de tu propuesta.
pero he de decir que la responsabilidad es toda tuya. al mencionar a la virtud de la eutrapelia y a Borges, no pude mas que recordar a uno de mis villanos favoritos de la literatura, el honorable Jorge de Burgos, creacion de Eco en la ya clasica El nombre de la rosa. ¿y porque el? este bibliotecario ciego, era un homenaje del autor a Borges, y su vida estaba sumida en la controversia sobre la eutrapelia y lo licito de la risa, punto extremo de la discusion sobre esta virtud que ha de acompañar al critiano, lo que lo lleva a crimenes de inspiracion literaria.
por tanto, biscuter te hago responsable por la divagacion de mi pensamiento y las sonrisas que tal desvario trajo a mi mañana montevideana. un abrazo

Biscuter dijo...

Me agrada que la modesta nota de hoy te haya recordado a Jorge de Burgos, ese estupendo villano de Umberto Eco. También lo tengo entre mis favoritos.
¡Qué cosa!: una palabra y un apellido provocaron tu viaje hacia El nombre de la rosa.
Tu comentario me llevó de nuevo a la primera copla: "en la redoma una rosa/ y en la rosa una paloma". No terminan las asociaciones. Van y vienen.

Gracias por tu amable lectura.
Un abrazo