domingo, julio 07, 2013

Sacramento, la que tiende el pan


Teo Revilla Bravo. La fornera de Sant Adriá
Tres vueltas al parque y neblina barquisimetana. “Típica”, diría el querido escritor Juan Carlos Méndez Guédez, en una afectuosa evocación que nunca termino de agradecerle. 
Al retorno, el recuerdo de una frase: “Sacramento, la que tiende el pan”. Es una ocurrencia de mi tío Otto, pero también es Sacramento, a quien llegué a conocer en la infancia. Nunca lo tendió en mi casa, pero guardo su imagen haciendo las arepas de un desayuno eterno, en otra casa, de la que sólo sé por cuentos.  Mi tío Otto, de niño,  en El Tocuyo, cuando rezaba por las noches y su oración llegaba a la palabra “sacramento”, añadía de inmediato: “la que tiende el pan”.  Su salida, celebrada por mi madre, pasó a ser un amoroso chiste de los Castellanos.  
Desprendida de la anécdota, la frase es (o sigue siendo) bella y entrañable.  
Seamus Heaney, en uno de sus poemas más hermosos, recrea las manos de su madre, llenas de harina, frente al horno, aguardando el pan de cada día. Es el antiguo sacramento de esta tierra: tender la mediación con lo divino.

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