martes, julio 02, 2013

Coloquio con Berenson


Bernard Berenson en Villa I Tatti

A lo largo de nueve años Umberto Morra frecuentó a Bernard Berenson en los “Tatti”. De algunas conversaciones con el maestro tomó apuntes y elaboró con ellos un espléndido libro titulado Coloquio con Berenson. Gracias a un comentario reciente de Marina Gasparini, di de nuevo con el libro que creía perdido en la pequeña babel doméstica. Ahora leo estas páginas que revelan a un sabio al que le gustaba echar cuentos o discurrir sobre sus temas predilectos con personas de confianza o, incluso, con uno que otro desconocido que llegara a Villa I Tatti, atraído por su fama.  

Morra, con su cuidadoso trabajo de amanuense y editor, nos permitió saber que Berenson fue también un impresionante artista de la conversación. Su inmensa cultura le permitía asociar armoniosamente sucesos y personajes de épocas diversas, o pasar revista, con gracia no exenta de picardía, por las interesantes ideas de sus contemporáneos. Sin embargo, se me ocurre que el prodigioso resultado oral de esos saberes, provenía sobre todo de su voluntad de diálogo, que es la mayor virtud de un buen maestro.  

Sociólogo descarnado cuando hablaba de los países que mejor conocía; filósofo al abordar cualquier concepto, pero también al referirse a momentos cotidianos; cáustico siempre, y, sobre todo, crítico de arte a tiempo completo y no sólo sobre temas de arte. Bernard Berenson era eso y mucho más porque era algo que a pocos eruditos les calza: un creador.  

Gombrich recuerda que cuando Berenson formuló la teoría del “ver y conocer”, la comenzó con una descripción del Palio de Siena, en la que la multitud de la plaza era vista como un prado de flores. Para Gombrich, Berenson estaba viendo un cuadro. Tal vez. Yo creo que su mirada estaba haciendo poesía.  

P. D 1: Pisando la dudosa luz del día, se hace oportuna esta deliciosa cita de Berenson, tomada del Coloquio: “Los ingleses han instituido la ley de volverse a vestir por la noche como un resarcimiento de la realidad cotidiana. Aquel cuarto de hora que cada hombre dedica a su propio aseo es el secreto de un gran descanso y de un gran desahogo; aparta de la noche todos los aburrimientos, los negocios y las preocupaciones”.  

P.D 2: El azar concurrente ha querido que esta anotación se haga la víspera de uno de los días en que Siena celebra el Palio.

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