domingo, marzo 09, 2014

Anguilas asadas en Ordet



Fotograma de Ordet. Johannes (Preben Lerdoff Rye) y Maren (Ann Elizabeth)


A mediodía, con Ordet y la belleza de un milagro. También lo inverso es posible: con el milagro de la belleza en Ordet.

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Anotar la emoción ante una estética, que, como la del punto y la línea de Mondrian, se resuelve en rotundas precisiones. Intensidad del blanco y negro, y de los planos. Me gustan los que incluyen un reloj de pared, detenido.

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El poder de las anguilas asadas que Inger esgrime como oferta para que su suegro, inflexible, acepte a la novia de su cuñado.



Una gastronomía danesa, todavía no visitada por Babette, logra despertar el apetito del abuelo Morten. Sin embargo, no fue suficiente. La religión seguía pesando.

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Mikkel, descreído, decía que a su hermano lo había vuelto loco Soren Kierkegaard. Pero son, ese hermano, y una niña (su hija), quienes, a punta de fe, abren un nuevo camino para la serenidad en Borgengaard. Un camino en la tierra, no en el cielo.

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Recordé al buen Diego Dreyer, el amigo de Luisana. Quería ser Carl Th. Dreyer, como Johannes, en Ordet, quiso ser (y fue) Jesucristo. Era (y es) una devoción contagiosa.

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El arte dreyeriano, sigue ahí, con su belleza y su sabiduría, esperándonos.

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