Portada de la publicación AZAR CONCURRENTE. San Felipe, 2010. Diseño: Ricardo Aguilar
Lezama recibirá hoy a los amigos. Es San José.
Desde bien temprano doña Rosa se ocupa de los preparativos. Las hermanas se
encargan de la carne fría con jamón y del pudín de pescado, “con el aceite
penetrando la densidad marina de la carne”. Rosita, un poco inquieta porque el
pepino “no está bien cuadrado en la carne fría”, pero la madre, que amaneció
feliz, no le da importancia a ese detalle. Trocadero 162 es una fiesta.
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En la entrada del 19 de marzo de 1957, Lezama
anotará en su diario que recibió una llamada por larga distancia de Eliseo
Diego y otra de Octavio Smith, y estampará este hermoso comentario:
“Vienen,
como el sonido del timbre telefónico, a entreabrir mi pequeño mundo, a sentarse
en mis sillas, aunque invisibles”.
Ese día, el padre Gaztelu, Lorenzo García Vega,
Cintio y Fina, entre otros amigos, disfrutarían también de los postres que
tanto le gustaban a Lezama: dulce de coco, plum pudding con pasas y nueces, y
manjar de frutabomba.
Joseíto contemplaría satisfecho la sobria
corbata, regalo de su sobrino Ernesto. La estrenará poco después en un paseo
con el padre Gaztelu, mientras dirimen sus discrepancias acerca de la
existencia del infierno.--
Angel de la Jiribilla, ruega por José, Josefa y
Josefina.
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