Un verso de Gerardo
Diego me lleva a un jardín. Un jardín me lleva a una enciclopedia. Una
enciclopedia me lleva a una mañana. Una mañana me lleva a un pájaro Dunga. Un
pájaro Dunga me lleva a Díaz Casanueva. Díaz Casanueva me lleva a un poema de
Stevens. Un poema de Stevens me lleva a una canción medieval. Una canción
medieval me lleva a una calle solitaria del Gótico de Barcelona. Una calle
solitaria del Gótico de Barcelona me lleva a un álamo de Rafael Alberti. Un
álamo de Rafael Alberti me lleva a un tren. Un tren me lleva a una estación de
Narbonne. Una estación de Narbonne me lleva a un escondite cátaro. Un escondite
cátaro me lleva a unos ojos verdes. Unos ojos verdes me llevan a Gutierre de
Cetina. Gutierre de Cetina me lleva al tomillo. El tomillo me lleva a Gil
Vicente y Gil Vicente a estos versos que recuerdo en el balcón:
El tomillo por los montes
huele de dos mil maneras
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