Marguerite Yourcenar
Domingo de nubes y de leves lluvias. Yourcenar
acaba de decirle a Matthieu Galey, que el escritor, como el buen cocinero, no
anda consultando la receta a cada rato. La lee una vez y punto. Como ama la
cocina, la autora de “Opus Nigrum” se detiene en el
ejemplo y en una frase estampa su poética del pan, que es la misma de una
cocinera que conozco bien porque vivo con ella desde hace muchos años: “Se debe
variar, según los ingredientes que se tengan a mano”. De inmediato Yourcenar recuerda
que nunca el pan será igual a otro y pasa a referirse a los tiempos. Así, nos
dice, que durante el invierno “es más
difícil hacer que el pan levante, a menos que se caliente la cocina como un
horno”. Ya no es la escritura la que se parece a la cocina. Es la cocina la que
recuerda a la primera:
“Primero una cosa informe, que se te pega en las
manos: una papilla. Luego la papilla se hace más y más consistente. Después hay
un momento en que se vuelve elástica, hata que por fin llega el instante en el
que se que la levadura comienza su trabajo y se siente que la masa está viva.
Ya solo se la debe dejar que repose. Si fuese un libro, el trabajo podría durar
diez años”.
Sabemos que mucho más duraron las Memorias de Adriano, trabajadas
con paciencia y pulitura, como lo demandaba la era luminosa del emperador.
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Sandra Petrignani describió la cocina de
Marguerite Yourcenar como una típica y cómoda cocina de campo, “con muchas
tazas, cacerolas, tapaderas y cestas, todas colgadas de su gancho… un número
desbordante de frascos de cristal… con etiquetas en francés: ‘galletas’,
‘pasta’, ‘fideos’, ‘azúcar’, ‘albaricoques’, escritas de puño y letra por Marguerite”, de quien, por cierto, ya se han
publicado en libro buena parte de sus recetas: La mano de Marguerite
Yourcenar (Editorial Catalonia, 2014).
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Hablando de sus Archivos del Norte ella le
dijo a Galey que tenía la impresión de haber amasado una masa muy espesa, pero
que ese espesor no era un defecto. Era la realidad del ambiente. Y concluyó,
orgullosa, con esta frase de escritora y panadera:
Sé lo que es la masa. Recuerde que yo hago mi
pan.
Miró en el estante las Obras Completas de Borges
y dijo: “A ese sí lo volveré a leer”.
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