Mrs. y Mr. Oxford en Frenesí (Vivien Merchant y Alec McCowen)
1. Además de la frugalidad involuntaria del
detective Oxford, en las comidas de Frenesí encontramos otro “régimen”:
el de Mrs. Blaney, que come sólo frutas porque está a dieta. El asesino llega
justo a la hora del almuerzo y toma la manzana que ella tiene sobre la mesa y
le dice: “Una comida muy frugal para una mujer muy opulenta”. “Por eso mismo”,
le responde ella. Y agrega: “Para bajar la opulencia”.
Le quedaban media manzana y tres minutos de
vida.
--
2. “Una intuición femenina vale más que todos esos laboratorios”
(Mrs.
Oxford).
Almuerzo en casa de Oxford. Aparte de la comida
(una sopa de pescados de entrada y codornices), hay otro detalle que solemos no
advertir, concentrados como estamos en el MacGuffin gastronómico de Hitchcock:
a la esposa de Oxford no la convencen los argumentos de su marido para culpar a
Blaney, único sospechoso de los crímenes. A ella le parece que éste no es el
asesino.
Mucho se ha comentado del respeto que Hitchcock
le tenía a las opiniones de su esposa Alma (excelente cocinera, según dicen),
quien lo acompañó en numerosas rodajes de películas, ocupándose de decorados,
guiones y diálogos. ¿No será Oxford un avatar autobiográfico de Hitchcock? Como
se sabe, Mrs. Oxford termina teniendo la razón, una razón que poco a poco surge
también en el inspector. Por otra parte, aunque Oxford está muy lejos de poseer
la contextura física de Hitchcock, parece coincidir con él en el gusto por los
desayunos ingleses y en las cenas de solomos con papas. Agréguese el chiste
final de Oxford (“Mr. Rusk, no lleva usted corbata”) para completar el juego de
esta hipótesis con el hilo común del humor británico que armoniosamente los
enlaza.
“Creo que hemos encerrado al hombre equivocado”,
dice el Comisario cuando su ayudante le lleva las pruebas de que el asesino es
Rusk. Mrs Oxford, al oírlo, responde, acérrima: “¿Cómo que ´hemos encerrado´?
Tú lo encerraste”. La reacción de su marido vendrá unos minutos después y
tendrá que ver con la comida. Condolida por la injusticia cometida con Blaney,
la señora Oxford dirá: “Lo menos que podemos hacer por ese pobre hombre es
invitarlo a una buena cena, por ejemplo, a un ‘caneton aux cerises”. La
demoledora respuesta del inspector fue como un desahogo: “Después de la comida
de la cárcel, él estará preparado para cualquier cosa”.
Dan ganas de ir con Mrs. Oxford a la cocina,
para beberse con ella el “margarita” que el ayudante del Comisario dejó casi
entero en la copa, por el apuro o por el "regaño” de su primer y único
sorbo. Lo cierto es que la señora también aprendió coctelería.
--
(Hoy, seleccionando algunos textos sobre cocina
y cine, di nuevamente con uno acerca de Frenesí de Hitchcock, al que le
corresponden las postdatas anteriores, que, creo, no estaban en este blog)
http://wwwconuqueando.blogspot.com/2013/09/digresiones-sobre-un-mac-guffin.html
http://wwwconuqueando.blogspot.com/2013/09/digresiones-sobre-un-mac-guffin.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario