domingo, mayo 08, 2005

Octavio Paz y las peras


Octavio Paz

El disfrute no está limitado a la mesa. La erótica de la cocina se manifiesta antes: cuando nos imaginamos lo que queremos comer y vamos al mercado a seleccionar los sabrosos objetos de nuestros deseos.


Ver las frutas, las verduras o los pescados, y sopesarlos, es un viaje de los sentidos por las huertas, los ríos o los mares. Recordemos a La Mayorala en “El Recurso del Método” de Alejo Carpentier, entrando gozosa a una tienda de París que ofrecía mangos, yucas y batatas, que iban a servirle ese mismo día para preparar la suntuosa mesa de su jefe, un dictador latinoamericano, rastacuero y buen diente.

Y recordemos, especialmente, unos versos de Octavio Paz escritos después de la lectura de un poema de Villaurrutia, quien a su vez, lo escribió luego de ver la exhibición de unas apetitosas peras bruñidas por el sol:

"Aquellas memorables pecosas peras
encontradas en la cesta verbal de Villaurrutia".

Cada pera, una belleza que nos hace agua la boca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustan las peras hervidas en vino, en vino marsala, por ejemplo.

Siguiendo en tu onda literaria recuerdo al Gaviero de Alvaro Mutis bebiendo en "La nieve del almirante" un coctel con nombre catalán: Vodka amb pera.

Daimon

Biscuter dijo...

También me gustan las peras al vino. Las hago así:

En una olla pones un litro de vino tinto, medio kilo de azúcar, un palo de canela, clavo de olor y guayabita (si quieres). Una vez en el fuego, esperas hasta que se disuelva el azúcar y agregas seis peras peladas enteras. Las dejas a fuego medio y las vas bañando con el líquido hasta que estén cocidas y se haya formado un almíbar. Si te apetece, las puedes servir con helado de mantecado.

Mientras te las comes puedes oír una espléndida obra de Erik Satie: "Tres trozos en forma de pera".