Luis Cernuda, en el Malecón de La Habana, 1951
Recuerdo haber comenzado un texto dedicado a Cernuda. Mejor dicho, al instante en que el poeta evoca el sabor del pan de su tierra, el legendario pan de Alcalá de Guadaira. Escribí una estrofa y cuando me disponía a dar inicio a la segunda, se apagó la máquina y no tuve tiempo de guardar ni una sola de sus líneas.
En mi memoria, sólo este verso incompleto:
“Dicen que un andaluz de la extrapatria…”
Creo que después venía una referencia a aquello de ser “español sin ganas”, pero nada más recuerdo. Tal vez aparecía una imagen de la casa de los Altolaguirre en México, tomada de un bellísimo guión escrito por un amigo de Luisana, delicado admirador del sevillano. Justo allí iba a llegar el pan, pero se apagó el equipo.
Mejor así, me dije. Es tan hermoso el texto de Cernuda sobre el aroma del pan que su memoria atesoraba, que tal vez no me era posible serle fiel al intentar recrearlo.
Tras el intento de escritura, leí:
“Y el sabor ¿lo recuerdas? No, es imposible reconstituir en el recuerdo un sabor.
Entonces, ¿por qué echas de menos el pan de Alcalá, si no recuerdas su sabor?
Recuerdo su fragancia...”.
Eso es todo.
En mi memoria, sólo este verso incompleto:
“Dicen que un andaluz de la extrapatria…”
Creo que después venía una referencia a aquello de ser “español sin ganas”, pero nada más recuerdo. Tal vez aparecía una imagen de la casa de los Altolaguirre en México, tomada de un bellísimo guión escrito por un amigo de Luisana, delicado admirador del sevillano. Justo allí iba a llegar el pan, pero se apagó el equipo.
Mejor así, me dije. Es tan hermoso el texto de Cernuda sobre el aroma del pan que su memoria atesoraba, que tal vez no me era posible serle fiel al intentar recrearlo.
Tras el intento de escritura, leí:
“Y el sabor ¿lo recuerdas? No, es imposible reconstituir en el recuerdo un sabor.
Entonces, ¿por qué echas de menos el pan de Alcalá, si no recuerdas su sabor?
Recuerdo su fragancia...”.
Eso es todo.
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