miércoles, abril 09, 2014

Cena en casa Groucho




El 3 de junio de 1964, Groucho Marx, en el hotel de Londres en el que se encuentra instalado, recibe el siguiente mensaje:

Estas líneas son para comunicarle que hemos dispuesto un coche de la International Car Hire (una casa que utilizamos bastante) para que le recoja a usted y a la señora Groucho el sábado a las 6, 40 de la tarde en el Savoy y les traiga a casa para cenar (…). Por supuesto, son nuestros invitados en todo y estamos impacientes y esperamos con el mayor placer verles a los dos.

El retrato de usted en los periódicos diciendo que, entre otras razones, ha venido a Londres para verme, ha aumentado considerablemente mi reputación entre el vecindario y sobre todo ante el frutero de la acera de enfrente. Evidentemente soy ahora alguien de importancia.

Siempre suyo,

Tom

La cena se dio tal como estaba prevista. En una carta escrita al día siguiente, Groucho se la describe a su hermano Gummo, así:

Anoche Eden y yo cenamos con mi ilustre compañero de pluma, T. S. Eliot. Fue una velada memorable.

El poeta nos recibió en la puerta con la señora Eliot, una hermosa rubia de mediana edad, cuyos ojos parecen llenarse de adoración cada vez que mira a su marido. En cuando a él, es alto, delgado y más bien cargado de hombros (…)”.

Lo que sigue a esta descripción es un maravilloso relato en el que Groucho refiere que de nada le valió haberse preparado para la cena leyendo dos veces “Muerte en la Catedral” y tres “Tierra baldia”, por la sencilla razón de que Eliot manifestaba más interés en hablar de “Una noche en la ópera” y de la escena del tribunal de “Sopa de gansos”, que en conocer las opiniones literarias de su célebre invitado. Pero el desencuentro temático no fue barrera para el regocijo mutuo y tres aficiones en común los acercaron mucho: los puros, los gatos y los equívocos. Sobre esta última debilidad, apunta Groucho:

“…durante años he tratado de superarla. T. S., por el contrario, hace equívocos sin vergüenza e incluso con orgullo. Por ejemplo, está su Gus, el Gato del Teatro, cuyo verdadero nombre era Asparagus”.

Y aquí Groucho aprovecha la palabra para mencionar la comida:

Hablando de espárragos, en la cena había una carne de vaca inglesa buena y consistente, muy bien preparada. Y, aunque había una especie de mayordomo sirviendo, Eliot insistió en servir el vino personalmente. Era un vino excelente y ningún maître d'hôtel lo hubiese servido con mayor cortesía. Es un hombre adorable y un anfitrión encantador”.

Al final, Groucho le revela a su hermano que la confianza con el poeta es tal, que él y su esposa lo llaman cariñosamente Tom, y agrega esta delicia, firma incluida:

“…le dije que me llamara Tom también, pero sólo porque detesto el nombre de Julius.

Tuyo,

Tom Marx”

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