El 3 de junio de 1964, Groucho Marx, en el hotel
de Londres en el que se encuentra instalado, recibe el siguiente mensaje:
“Estas
líneas son para comunicarle que hemos dispuesto un coche de la International
Car Hire (una casa que utilizamos bastante) para que le recoja a usted y a la
señora Groucho el sábado a las 6, 40 de la tarde en el Savoy y les traiga a
casa para cenar (…). Por supuesto, son nuestros invitados en todo y estamos
impacientes y esperamos con el mayor placer verles a los dos.
El retrato
de usted en los periódicos diciendo que, entre otras razones, ha venido a
Londres para verme, ha aumentado considerablemente mi reputación entre el
vecindario y sobre todo ante el frutero de la acera de enfrente. Evidentemente
soy ahora alguien de importancia.
Siempre
suyo,
Tom”
La cena se dio tal como estaba prevista. En una
carta escrita al día siguiente, Groucho se la describe a su hermano Gummo, así:
“Anoche
Eden y yo cenamos con mi ilustre compañero de pluma, T. S. Eliot. Fue una
velada memorable.
El poeta
nos recibió en la puerta con la señora Eliot, una hermosa rubia de mediana
edad, cuyos ojos parecen llenarse de adoración cada vez que mira a su marido.
En cuando a él, es alto, delgado y más bien cargado de hombros (…)”.
Lo que sigue a esta descripción es un
maravilloso relato en el que Groucho refiere que de nada le valió haberse
preparado para la cena leyendo dos veces “Muerte en la Catedral” y tres “Tierra
baldia”, por la sencilla razón de que Eliot manifestaba más interés en hablar
de “Una noche en la ópera” y de la escena del tribunal de “Sopa de gansos”, que
en conocer las opiniones literarias de su célebre invitado. Pero el
desencuentro temático no fue barrera para el regocijo mutuo y tres aficiones en
común los acercaron mucho: los puros, los gatos y los equívocos. Sobre esta
última debilidad, apunta Groucho:
“…durante
años he tratado de superarla. T. S., por el contrario, hace equívocos sin
vergüenza e incluso con orgullo. Por ejemplo, está su Gus, el Gato del Teatro,
cuyo verdadero nombre era Asparagus”.
Y aquí Groucho aprovecha la palabra para
mencionar la comida:
“Hablando
de espárragos, en la cena había una carne de vaca inglesa buena y consistente,
muy bien preparada. Y, aunque había una especie de mayordomo sirviendo, Eliot
insistió en servir el vino personalmente. Era un vino excelente y ningún maître
d'hôtel lo hubiese servido con mayor cortesía. Es un hombre adorable y un
anfitrión encantador”.
Al final,
Groucho le revela a su hermano que la confianza con el poeta es tal, que él y
su esposa lo llaman cariñosamente Tom, y agrega esta delicia, firma incluida:
“…le dije
que me llamara Tom también, pero sólo porque detesto el nombre de Julius.
Tuyo,
Tom Marx”
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