lunes, junio 23, 2014

Cocina Pereira


Marcello Mastroianni en Sostiene Pereira
 
Veo de nuevo, después de mucho tiempo, Sostiene Pereira (Roberto Faenza, 1996). La veo en la copia que me hizo Vladimir Delgado y me vuelve a gustar muchísimo, casi tanto como la espléndida novela de Tabucchi, lo que ya es decir. Como se sabe, el libro es una pequeña obra maestra a la que uno puedo volver siempre, para seguir descubriéndole delicias.
 -- 

En este momento sale Pereira de su calurosa oficina y la señora Celeste, pendiente de todo, como buena espía, le advierte que ha “dimenticato il cappello”. Pereira regresa a buscarlo. Llegará a su casa y pondrá un fado en el fonógrafo, se quejará de que tendrá que hacerse la comida porque Piedade está de vacaciones. Le dirá algo a la foto de su esposa fallecida y saldrá a la cita con Monteiro Rossi.  

Pereira busca para el periódico un buen redactor de necrológicas.
 -- 

En el comedor del tren, cuando se encuentra con la desconocida que resulta ser una judía alemana de origen portugués, aparecerá uno de los platos cotidianos de Pereira: tortilla a las finas hierbas. También su bebida predilecta: limonada. Eso es lo que le pide al mesonero, mientras ella (Ingeborg Delgado), opta por té y tostada. “Una elección muy portuguesa”, sostiene Pereira, al escucharla.  

Mientras comen, ella habla de lo que pasa en Europa y le expresa su angustia. Es el año 38. Él dice saber lo que ocurre, pero siente que no puede hacer nada. Sólo traduce cuentos del francés. “No soy Thomas Mann”, le responde cuando ella le pide que escriba  acerca del gran peligro que se cierne sobre el mundo.
 -- 

En el “spa” de los baños de algas y de las dietas, Pereira le dice al médico que come sobre todo “omelettes a las finas hierbas” (no menciona las de queso, que Tabucchi incluye en el libro). Al ser repreguntado por el incrédulo doctor, confiesa que también se aplica a las carnes y pescados, y que se bebe diez limonadas diarias, con mucha azúcar. El médico comprende, entonces, la razón de la gordura de su paciente, y le ordena, inflexible: ¡De ahora en adelante sólo agua mineral sin gas!”. Pereira deberá rebajar 10 kilos.
 -- 

Al final, Pereira hará una pasta que recibirá las loas de Monteiro Rossi. Será una cortesía del anfitrión, por los ancestros italianos de su joven y perseguido amigo. Una lonja de jamón cortada en dados pequeños, dos huevos batidos, queso, orégano y mejorana, le bastarán a Pereira (en la novela) para la elaboración del plato que hace exclamar a Monteiro (en la película) esta frase: “Si deja el periodismo, Pereira tiene otra profesión asegurada: la de cocinero”.
-- 

Pereira, descargado de pesos, incluidos los del alma, sale a la calle, redimido. 

No hay comentarios.: