Reese Whiterspoon en Pleasantville, abismada
Este copioso desayuno en casa sería la gloria
para el inspector Oxford de Frenesí, si no tuviera tanto dulce. Está en Pleasantville
(1998), de Gary Ross y ya es leyenda.
También es el culto a los excesos, y una burla,
desde luego.
Un cerro de panquecas de arándanos y otro de waffles. Además,
huevos, salchichas, tocineta, jamón y maple. Al final, llega el lechero.
Todo
un tratado de humor y de derroche.
Debo a Luis Ferrer el haber agregado a mis
anotaciones esta película estupenda.
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