Marie Antoinette (2006). Sofia Coppola
María Antonieta, de Sofia Coppola. Luis XV está comiendo en este instante filetes de conejo a la Berry, y es que ha comenzado la fiesta de los tragaldabas de l'Ancien Régime.
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El delfín y la delfina, en una mesa adornadísima.
Así lo prescribe la opulenta ceremonia alimentaria de la monarquía. El príncipe
se lleva a la boca un espárrago. Después toma un poco de pescado y bebe vino.
Es una puesta en escena rigurosa.
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Ya los delfines se han casado. Preocupado el rey
porque los jóvenes esposos no procrean, pide la presencia de un médico. El
médico acude y le pregunta al príncipe si su cuerpo responde. El príncipe, sin
ganas, asiente y recibe, entonces, una nueva pregunta: ¿qué es lo que come en
el desayuno?
“Chocolate caliente”, contesta.
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“Servir carnes frías durante la jornada de caza
no es apropiado”, le dice a María Antonieta su severo maestro de etiqueta,
reprendiéndola.
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De nuevo una mesa, repleta de entremeses, dulces
y salados. La proliferación de las vituallas.
“Ven mi pastelillo de trufas, que te comeré”, le
dice un joven de la corte a una de las damas.
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Todo el tiempo están comiendo. La variedad de
canapés es infinita. Siempre hay entremeses en el camino, y fresas, merengones, natillas, chocolates. Sofia Coppola castiga a los dulceros, mostrándonos a cada
rato tortas gigantescas y cremosas.
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Versalles: reino del azúcar y las cremas. Un río
de champaña se desborda en sus salones, mientras la reina y los cortesanos
juegan, siguiendo las normas de lo que Montaigne llamaba "la ciencia de la
boca".
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El té de jazmín que le traen a María Antonieta
de China, y que ella le sirve a su hermano, emperador de Austria, es un momento
sereno.
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“Que coman pasteles”, cuentan que dijo María
Antonieta cuando el pueblo protestaba por la falta de pan. La película recoge
la famosa anécdota. Stefan Zweig aseguró que la reina no dijo esa frase. En
todo caso, pudo haberla dicho, como, sin duda, correspondía a las más absolutas
majestades.
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A pesar de que la Revolución toca ruidosamente a
sus puertas, los reyes, sentados a la mesa, le untan al pan paté de alondra y
se sirven copas de borgoña.
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Además de los dulces que me tientan, agradezco a
Sofia Coppola la música, que tanto le reprochan todavía ciertos críticos.
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