Linda Bassett como Nellie Boxall (Nelly), la cocinera de los Woolf, en Las Horas, de Stephen Daldry
Cuando Virginia Woolf, imaginándose futura
lectora de sí misma, escribió que el “retrato de Nelly” era lo más llamativo de
sus diarios, abrió el camino para muchos y diversos proyectos literarios. No se trataba solo de leer esas páginas como
si fuesen una novela. Se trataba –y se trata todavía- de escribir, entre otras
cosas, la novela de Nelly, la biografía de Nelly y hasta los diarios de Nelly,
como fuente principal de todo lo demás. Claro, Virginia Woolf invitó a sus
lectores a inventar y su llamado, a fe que no ha caído en el vacío.
En el año 1997, la española Alicia Giménez
Bartlett publicó “Una habitación ajena”, novela escrita a partir de las rutas
asomadas por la autora de “Las olas”. Además de los diarios de Virginia Woolf,
a Giménez Bartlett le sirvieron como fuente principal los “cuadernos íntimos”
de la propia Nellie Boxall, que “halló” en Londres en una de sus pesquisas
bibliográficas. “Una habitación ajena”, cuyo título paródico es una evidente
seña de identidad, ganó el premio Femenino Lumen de ese año. Su escena de la
habitación es, sin duda, una proclama.
Por su parte, el Turco Najul me informa que no
hace mucho comenzó a escribir una novela que tiene como personaje principal a Charles
Laughton y que uno de los capítulos más interesantes será el dedicado a Nellie
Boxall y sus constantes amenazas de irse o de quedarse. Por el Turco supe que Else
Lanchester, actriz y mujer de Charles Laughton, consideraba que Nellie era una
“mucama comunista”. Al parecer, la
entrada del diario en la que Virginia se horroriza porque, tanto ella como
Nelly han votado por los laboristas, es el inicio de su investigación para esa parte
de su libro en ciernes, en el que las discusiones políticas con Nelly serán
importantes.
Le refiero todo eso a Cuchi, mientras damos dos
vueltas al parque. Ella escucha con interés, menciona semejanzas cercanas y al
final me advierte que no está dispuesta a hacer los platos de Nellie Boxall. No
entiendo, pero enseguida aclara: “Aunque no lo has dicho, sé que estás pensando
en el recetario de Nelly y en algunas comidas para el grupo de Bloomsbury,
¿verdad?”
Su pregunta, por supuesto, es retórica. Me ha
adivinado una vez más.
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