domingo, agosto 27, 2006

Sofía Loren en la cocina


Sofia Loren. 1957

Le alegró la infancia napolitana con juegos, cuentos y canciones y le dejó el imborrable legado de una sabiduría culinaria labrada en la pobreza. Cuando la pequeña Sofía retornaba de la escuela era recibida invariablemente por ella, la nonna, quien la esperaba en la cocina para enseñarle alguna nueva canción, mientras en una enorme olla hervía el alimento cotidiano: “pasta e fagioli”.

La abuela de Sofía era una experta en hacer maravillas con lo poco y en convertir los mismos insumos baratos y monótonos en nuevos y sorprendentes sabores. Confesaría después la nieta que gracias a su “nonna” llegó a conocer por lo menos una docena de maneras de preparar las “melanzane”, así como a realizar milagros con cualquier carne de tercera. Heredar ese don y preservarlo en su memoria le permitió muchos años después a Sofía Loren escribir un valioso y bello libro de cocina, una suerte de autobiografía gastronómica que tituló certeramente En la cocina con amor (In cucina con amore, Rizzoli Editore, Milan, 1971). Y es que ese libro, además de ser un tributo a sus años de encantadora niña traviesa y larguirucha, es –sobre todo- un amoroso homenaje a su abuela materna de la Campania.

La Sofía famosa, conocedora de muchas cocinas y cocineros, cuyo nombre había servido para bautizar platos en su honor y que había compartido con el Mariscal Tito banquetes, preparaciones exquisitas y los mejores vinos blancos del mundo, decide un día de 1968 escribir un libro a partir de la magia coquinaria de su “nonna”. Nueve meses (los de su embarazo) los dedica al libro. Si bien en él están presentes saberes aprendidos por la autora a lo largo de su vida y técnicas suministradas por destacados profesionales, el secreto de su gracia se ubica exactamente en la cocina de una modestísima casa de Pozzuoli y se remonta a los años de la Italia de Mussolini.

La traducción castellana se hizo en España y la publicó Noguer con un título donde ni aparece la palabra “amor” ni se le hace honor a la autora ni al contenido. El título es: Yo, en la cocina. Bien. Tengo en mis manos la segunda edición castellana de 1980. Animado por una mención que del libro hace Lorenzo Pomés y que leí en estos días de relativa y sabrosa ociosidad, quiero compartir con ustedes un plato de Sofía. Es una receta en la que no reparé en el momento en que Cuchi compró el libro. Ahora me llama la atención y me provoca hacerla. Se trata de los vermicelli con “salsa a la Sofía”, una salsa inspirada en el pesto, pero que en lugar de albahaca lleva perejil. Sofía la describe así:

“...Empleo perejil al que añado alguna anchoa muy limpia y seca, algunas aceitunas deshuesadas, unas alcaparras, una cebollita picada muy fina que coloco en el mortero y trabajo con gran cuidado, hasta obtener una pasta homogénea, a la que voy añadiendo, gota a gota, aceite de oliva, hasta lograr una salsa deslizante”.

Después Sofía pasa a cocer los vermicelli. Los saca del fuego, enteramente al dente, los cuela y los pasa algunos instantes por la sartén con poquísimo aceite, apenas el tiempo preciso para que queden un poco secos y empiecen a dorarse, pero sin que pierdan blandura. Luego de colocados en la sopera les añade la salsa y una salpicadura de pimienta (“un poquitín”, que diría Sumito).

Como recordarán todos, hace apenas un mes una encuesta realizada en Londres eligió a Sofía Loren, quien el próximo 20 de septiembre cumplirá 72 años, como “la mujer más bella y natural del mundo”. Yo creo que la “cucina con amore” tiene mucho que ver con esa prolongada plenitud.

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