Oigo Entre dos aguas. La puse,
apenas me enteré de la triste noticia: Paco de Lucía ha muerto.
Que los sonidos negros de esa portentosa
improvisación por rumba, acompañen el dolor. Son incontables las veces que los
he oído desde el año 74. Siempre me hacen viajar a Barcelona, donde los escuché
por vez primera.
Hoy vuelvo a la rockola, en la esquina de la
calle Parlamento, a una cuadra del Paralelo. Allí, Cuchi y yo repetíamos, incansables, a Paco
de Lucía...
Ahora lo lloramos y pedimos por su alma.
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LLORA LA SIGUIRIYA
Hace poco menos de un mes murió su amigo Félix
Grande, uno de sus más entusiastas seguidores. A su poesía acudo para decir:
Escucho la guitarra de Paco de Lucía.
La música me araña los huesos de la edad.
Lejanamente todo mi pasado se enfría.
Una gotera insiste entre la soledad.
La madrugada apoya su frente en la ventana
y me confía unas sílabas de pena y compasión:
se lo agradezco desde la yel de esta desgana.
Hay una losa de algo sobre mi corazón.
Una gotera. Una gotera hay en mi casa
en esta rara noche de música y de adiós.
Y en esta siguiriya que me hiela y abrasa
veo el golpe de la nada como un golpe de tos.
(…)
Perdona, Paco. Excusa esta porción de invierno
con que te está escuchando mi viejo corazón.
Y que Dios te bendiga por ese ruido eterno
que suena como suena la palabra perdón.
FÉLIX GRANDE
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