miércoles, agosto 16, 2006

Cleva se pone el delantal, hace la sopa


Cleva Solís

Fina abrió la puerta y un azul desconocido entró a la casa. Dirían que entró la pintora, pero también versos serenos se fueron apostando en la ribera más suave de la sala. Pudieron, entonces, haber dicho que entró la ondina. Pero el olor de las mandarinas impregnó el ambiente y Cintio y Fina supieron a dúo que en realidad había entrado la reina cienfueguera de los fogones. Y Cleva inició su oficio de inmediato.

Lo diría después Cintio en un poema incluido en Hojas perdidizas: Cleva se puso el delantal e hizo la sopa. Y hubo charla sobre mariposas lezamianas. Y hubo jazz. Y hubo Gershwin. Y la sopa fue, sin duda, el alborozo de ese día.

Para hacerla, Cleva Solís empleó una auyama mediana, tres cucharadas de aceite de oliva, una cebolla, dos dientes de ajo, siete decilitros de caldo de vegetales, el jugo de dos mandarinas, dos decilitros de nata batida, yerbabuena fresca, sal y pimienta.

2 comentarios:

Martín dijo...

Y esa sopa tiene nombre? porque la N ya tiene fotografo! Nos vemos!

Biscuter dijo...

¡Qué buena la entrada N de tu diccionario! Estaba haciendo falta.

El nombre del plato es sencillo, como le gusta a Cuchi: "Crema de auyama con mandarina".