domingo, abril 03, 2005

El Quijote y la comida


“Metafísico estáis” le dijo un día Babieca a Rocinante y, como se sabe, éste le respondió: “Es que no como”.

Ese archicitado diálogo entre el caballo del Cid y el rocín del ingenioso hidalgo, revela la adhesión de su autor a una vieja y sabia ideología sobre la alimentación. El diálogo pertenece a uno de los sonetos que Cervantes incluyó en el divertido prólogo del Quijote y sirve de pista para las posteriores y abundantes referencias acerca de la comida que la infinita novela de Cervantes nos depara. Así, sabremos de entrada que no sólo el corazón se contenta cuando la barriga está llena, sino también que el cuerpo mitiga sus males, la mente se aclara y la razón se fortalece. Con la alegría de los condumios las tristezas (incluidas las metafísicas) desaparecen, y puede un poeta -pongamos Jorge Guillén- escribir con deleite que “el mundo está bien hecho”, poco antes de hacer su entrada al envidiable paraíso de la siesta.

Además de un continuo elogio a las propiedades espirituales de la comida, el Quijote es también un estupendo y rico libro de cocina manchega. En sus mesas y fogones encontraremos mucha olla podrida y mucho salpicón de vaca con cebolla, para no hablar del laborioso morteruelo o de los duelos y quebrantos de los sábados. Y hallaremos, sobre todo, la sabrosura de la noble cocina pobre de Castilla, todo un dechado de sencillez coquinaria, una lección de auténtica creatividad popular y de sentido común para la mesa. Tojuntos, migas y gachas hacen las delicias de los comensales en los ventorrillos que el enjuto caballero de la triste figura y el goloso y ventrudo Sancho Panza visitan a su paso por la anchura castellana.

Por eso la celebración de este cuatricentenario del Quijote tiene sus momentos gastronómicos que serán aprovechados para reivindicar la cocina sin aspavientos y las preparaciones sin imposturas, que tanta falta hacen en esta época dominada por el afán “deconstructivo” de los “chefs” de utilería.

La cocina de las casas castellanas y de los figones manchegos, denostada por los farsantes del cuchillo, es una cocina intemporal, no la cocina de una moda. De esa tradición viene también nuestra mestiza cultura culinaria.

Leamos el Quijote y comamos con Sancho. Comamos, por ejemplo, migas, gachas y miel sobre hojuelas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿El nombre de este blog viene del Quijote, verdad?

Anónimo dijo...

podria alguien decir en que parte del quijote aparece una mencion a la comida?muchas gracias