lunes, septiembre 30, 2013

La cesta fabulosa


En una de sus elocuentes cartas mexicanas, la señora Calderón de la Barca habla de las frutas. Las enumera con deleite, dice cuáles son sus predilectas y describe algunas. Como si tuviera que justificarse, agrega: 

Es cuestión de gustos 

Las nombra. Bien parece que las saborea. Por eso, el pregón cadencioso de sus preferencias: 

Chirimoyas,
zapote blanco,
granadita y mango”.  

Sin más, una composición de los sentidos. 

¿Quién no habría de comprar la fabulosa cesta? 

(Madame Calderón de la Barca, escocesa, de soltera Frances Erskine Inglis, vivió en México desde diciembre de 1839 hasta abril de 1842. Fue la esposa de un diplomático español. Durante su estancia mexicana mantuvo constante correspondencia con su familia radicada en Boston. Buena parte del material epistolar se convirtió en un libro: La vida en México. Felipe Teixidor, en el prólogo a la edición castellana, dijo en pocas líneas lo que esa obra significa:  

La señora Calderón de la Barca firmó la última carta el 28 de abril de 1842. No se dio cuenta, al hacerlo, que había puesto punto final al mejor libro que jamás haya escrito sobre México un extranjero”.  

Debo a Yuri de Gortari y a Edmundo Escamilla el descubrimiento de esa joya.

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