Silvestre Revueltas
Los nombres son a
veces mágicos recuerdos o resonancias de una fiesta milenaria. Para Octavio
Paz, el de Silvestre Revueltas era “como el sabor del pueblo, cuando el pueblo
es pueblo y no multitud”. En la hermosa semblanza que le dedicó, enumera los
fulgores de feria que irradiaban de ese vocativo poderoso. Entre las imágenes,
junto a las naranjas, rodaban “las jícamas terrestres y jugosas”.
Muchos años después,
en el poema Vistas fijas, que parece
todo salido del nombre de Silvestre Revueltas, volvieron las jícamas de Paz,
esta vez “blancas, arrebujadas en túnicas color de tierra”.
El sábado pasado
estuvieron en nuestra ensalada, también con las naranjas, en una combinación
que Cuchi, fiel a la cocina mexicana, recordó haber comido alguna vez con Yuri
y con Edmundo.
Pongamos ahora algo
de Revueltas y de su “alegre piedad frente a los hombres, los animales y las
cosas”, como dijo Octavio Paz cuando habló de esa música tremenda.
2 comentarios:
La jícama con mango y vinagreta de chile serrano es deliciosa.
Un abrazo.
Gracias Urogallo. Debe ser suprema. La probaremos.
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