jueves, marzo 28, 2013

Las meriendas


 Luis Egidio Meléndez (1716-1780).
Bodegón con servicio de chocolate. Museo del Prado.

De vez en cuando vuelvo a los cuatro tomos de una vieja autobiografía que es también una novela o una crónica inacabable que atraviesa dos siglos y dos continentes con la majestad de unos recuerdos vivos.

Sus páginas tienen el sabor y la gracia del tiempo que convocan, así como los personajes y las cosas de un mundo que ahora nos parece inverosímil.

Hoy volví a encontrarme con la tía Polonia, quien me recuerda un poco (sólo un poco) a la bellísima y misteriosa prima Agueda de Ramón López Velarde. Polonia se aparece siempre por las tardes, envuelta en un mantón. Viene a merendar. Detrás de ella, inmacable, pasa una criada con una bandeja de plata “provista de dos huecos redondos para las tazas de porcelana y uno largo para los bizcochos”. Trae, además, dos jícaras de soconusco. Todo lo deja en un gabinete y baja por otra bandeja de la que brotarán las ensaimadas adquiridas en La Mallorquina, que comerán el autor (niño entonces) y sus primos.

Estamos en la merienda y ya no hay excusa para no cederle la palabra a Corpus Barga, que así firmaba sus libros este señorito que era tío de Ramón Gómez de la Serna y que ayudó a Antonio Machado a cruzar la frontera en el sombrío año 39, como dicen todas sus semblanzas:

Mi padre y la tía Polonia merendaban sola en el gabinete gris, delante de la chimenea francesa de leña, si era invierno, tan contentas de estar juntas y hablar de sus cosas como de saborear el chocolate. Había entre ellas esa relación tan rara de la vida, más rara que el amor: la amistad verdadera. Los primeros ojos que yo vi naufragando en lágrimas fueron los de mi madre porque se estaba muriendo la tía Polonia, y entonces fue cuando también por primera vi a la muerte…”

El párrafo anterior puede llevarme al tema de la “amicitia” y a alguna página de Séneca… Pero volvamos a la casa madrileña, que todavía queda soconusco en una de las jarras.

P.D: Las memorias de Corpus Barga (1887-1957) están reunidas bajo el título Los pasos contados (Madrid, Alianza Editorial, 1979).

 


viernes, marzo 22, 2013

Pan de trigo

Giotto
 
Guillén encuentra hasta en las líneas cristalinas y directas de Berceo un espléndido ejemplo del recurso de alusión. Por más sencilla que parezca, la poesía siempre hace su juego, porque nunca es plana ni su mira es corta.

Antes de atribuirle a Góngora la cumbre de la expresión indirecta y culterana, Guillén copia el verso de Berceo, quien, aunque llamaba al pan pan y al trigo trigo, en este hermoso piropo mariano se le escapa el fiel regodeo de la metáfora:

Reina de los cielos, Madre del pan de trigo


  Y ahí me quedo. Que esperen Góngora y su Verbo antes de ir de nuevo al grano.

jueves, marzo 21, 2013

Día de la poesía



En la arboleda violeta Eucaris le acaba de decir a Rimbaud que llegó la primavera.

Felíz día de la poesía a todos.

jueves, marzo 07, 2013

De mitos y de glorias




 
Una línea le bastó a Montaigne para decirlo: a Dios corresponden el honor y la gloria. Nos recordó, además, la vieja plegaria: “Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus”. Quería Montaigne que le agregáramos a la paz, belleza, prudencia y otras cosas esenciales. Se declaró no versado en teología y lo dejó hasta allí, para dejar que su pluma de ensayista discurriera a placer sobre los viejos autores que hablaron de la gloria y alabaron a quienes supieron vivir virtuosamente.

Recuerdo la referencia al moderado Aristóteles: dio a la gloria el primer puesto entre los bienes externos y recomendó evitar dos extremos viciosos: la inmoderación en buscarla y el afán en rehuirla.

Sin importarle mucho, consideró Montaigne excusable que se quisiera para nuestro nombre buena acogida y crecimiento, sobre todo, cuando actuamos para hacer bien las cosas y no para que se diga que las hacemos. Escéptico como era, escribió:

Cuando muera, me importará menos aún, ya que entonces no habrá medio de que mi reputación pueda alcanzarme ni llegar a mí. Y respecto a honrar mi nombre con mi fama diré varias cosas. No tengo nombre que sea sólo mío….y aunque tuviese un distintivo especial para mí, ¿de qué me servirá cuando yo no exista?”.

Sabía Montaigne -y muy bien lo sabía- que el nombre y la persona son distintos. Esta fenece, pero aquel puede hacerse mito.

miércoles, marzo 06, 2013

Chávez

El cadete Chávez. Cuando sus amigos le decían Tribilín
 
"En la conciencia de millones de hombres y mujeres la noticia tardará en volverse tolerable"
 
RODOLDO WALSH
(en 1974)
 



Ante la muerte de un líder político, a quien ella le había hecho oposición, la destacada intelectual argentina Beatriz Sarlo escribió un noble y estupendo artículo, que creo oportuno recordar. Destaco estas palabras:
 
"...cuando un líder político ha triunfado (...) su muerte abre un capítulo donde los más mezquinos y arrogantes saldrán a cobrar deudas de las que no son titulares"
 
 
 


 

lunes, febrero 25, 2013

Los seis minutos más bellos de la historia del cine




Francisco Reiguera y Akim Tamiroff en la inacabada película de ORSON WELLES
 
A pesar de algunos detalles que la alejaban de la realidad, el maese Pedro no pudo evitar que su historia le resultara verosímil a su más ilustre espectador. No olvidemos que don Alonso le advirtió que en una ciudad mora no podían estar sonando las campanas. “Que allí se usan atabales o un género de dulzainas que parecen chirimías”, le agregó el de la Mancha, en atinada observación del disparate. Bien. No obstante ese inusual adarme de realismo, el caballero terminaría por creerse todo el cuento. Como se recordará, desenvainó su espada y salió en defensa de don Gaiferos y de la hermosa Melisendra. Hizo trizas el retablo, espantó al mono adivino y no dejó moro con cabeza ni títere con gorra. Una vez superado el encantamiento, Don Quijote pagó el estropicio con cuarenta y dos reales y tres cuartillos. Miguel de Unamuno, quien celebró en su recreación cervantina ese inolvidable episodio, se lamentaría que no costara lo mismo “hacer añicos el retablo parlamentario y el otro…”. Creo que son abundantes los casos en los que la analogía unamuniana, hoy en día, no marra ni le faltan asideros.

Esta tarde, con tanta gente pendiente del Oscar, he recordado una página genial de Giorgio Agamben. La copio completa porque vale oro:

LOS SEIS MINUTOS MAS BELLOS DE LA HISTORIA DEL CINE

Sancho Panza entra en un cine de una ciudad de provincia. Viene buscando a Don Quijote y lo encuentra: está sentado aparte y mira fijamente la pantalla. La sala está casi llena, la galería –que es una especie de gallinero- está completamente ocupada por niños ruidosos. Después de algunos intentos inútiles de alcanzar a Don Quijote, Sancho se sienta de mala gana en la platea, junto a una niña (¿Dulcinea?) que le ofrece una chupeta. La proyección está empezada, es una película de época, sobre la pantalla corren caballeros armados, de pronto aparece una mujer en peligro. Inmediatamente Don Quijote se pone de pie, desenvaina su espada, se precipita contra la pantalla y sus sablazos empiezan a lacerar la tela. Sobre la pantalla todavía aparecen la mujer y los caballeros, pero el rasgón negro abierto por la espada de Don Quijote se extiende cada vez más, devora implacablemente las imágenes. Al final, de la pantalla ya no queda casi nada, se ve sólo la estructura de madera que la sostenía. El público indignado abandona la sala, pero en el gallinero los niños no paran de animar fanáticamente a Don Quijote. Sólo la niña en platea lo mira con desaprobación.

¿Qué debemos hacer con nuestras imaginaciones? Amarlas, creerlas a tal punto de tener que destruir, falsificar (este es, quizás, el sentido del cine de Orson Welles). Pero cuando, al final, ellas se revelan vacías, incumplidas, cuando muestran la nada de la que están hechas, solamente entonces pagar el precio de su verdad, entender que Dulcinea –a quien hemos salvado- no puede amarnos.

THE END

P.D: Entiendo que Orson Welles ideó para su Quijote inconcluso la escena narrada por Agamben. Si hubiera un Oscar para la mejor escena no filmada, sin vacilar, postulo estos seis minutos fabulosos.

jueves, febrero 14, 2013

Si a tu ventana llega...

Ulises y las sirenas. Detalle. Vaso griego. British Museum

En el prólogo a El canto de las sirenas (un precioso volumen dedicado a la música), Eugenio Trías no se atrevió, en principio, a llamar ensayos los textos que integran esa obra extraordinaria. Una vez alguien me pidió que le recomendara una novela y yo le sugerí que leyera El canto de las sirenas, que, por supuesto, no lo es, pero quién quita que pueda leerse como tal. Boutades aparte, el libro de Trías, además de ser una reflexiva enciclopedia, es el sabio relato de un viaje por el laberinto de la música occidental, desde Monteverdi a Xenakis, con largas escalas en los corredores de los grandes. El propio Trías llegó a decirlo en alguna parte del prólogo: el lector ideal de su libro será aquel que lo tome como la novela que los mejores músicos de Occidente fueron elaborando a lo largo de cuatrocientos años.
 
Esa narración está escrita con rigor hermenéutico y con la elegancia de su estilo, dos rasgos permanentes del autor. En sus páginas, Trías procura transitar el límite entre música y filosofía, bajo la emoción que la primera le transmite. Por eso es un libro que apasiona.
Afirma en el prólogo: “Ignoro si el libro que escribo compone un tapiz de ensayos. No sé muy bien lo que se quiere decir, muchas veces, con esa equívoca expresión (que sólo tiene para mí sentido en el contexto de su uso primigenio, en Michel de Montaigne). Este libro, lo mismo que todos los míos, es un libro de filosofía”.
Respetuoso del ensayo, Eugenio Trías escribió un libro monumental para dialogar desde su filosofía del límite con los enigmas de la música. Entró y salió del laberinto con el hilo de Platón, pero también con la parte del símbolo que le tocó. Creo que fue una proeza. Lograda, además, si se me permite algún énfasis en esta anotación celebratoria.
Voy al capítulo de Mahler para disfrutar de nuevo una nota a pie de página. Mientras la leo, oigo “el cuerpo del delito”, vale decir, la audacia mahleriana del último movimiento de la Tercera sinfonía, que Trías comenta con deleite:
“La contralto va entonando el poema de Nietzsche. Un oboe insinúa una hermosa melodía que toma cuerpo después de la frase ´desde el más profundo sueño he sido despertado´. Y entonces se oye ´La paloma´ de Iradier: la célebre habanera: ´Si a tu ventana llega/ una paloma´”.
A un balcón de la culta Viena, en la época de Mahler, llegó, pues, una paloma. Con el tiempo pudimos decir que no se equivocó. Mahler tampoco.
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De Nietzsche a Iradier:

https://www.youtube.com/watch?v=mWHMzMhYvdw_
 
 

martes, febrero 12, 2013

Los alimentos terrestres

Jacob van Es
 
La mañana y el silencio.
 
En unas líneas de Levinas, la primera abnegación del día: el disfrute del aire, el goce solitario de la tierra. 

domingo, febrero 10, 2013

Blanca de Guernica





 

 Sobreviviente del día en que abril llovió sobre su sangre, Blanca Royo rezó ante el árbol de Guernica y recibió para siempre los dones sagrados de la cocina. En Caracas fundó junto a Juanito Bilbao un templo universal de la cocina vasca: el Bar Basque.

Comer en esta ciudad durante muchas décadas fue una experiencia en dos tiempos: antes y después del Basque. Ayer, Cuchi y yo intentamos ir con Gonzalo Ramírez
, quien llamó varias veces al restaurant, pero nadie respondió el teléfono. Frustrados, nos quedamos por esta zona y comimos catalán.

Hoy, un pequeño obituario de El Universal nos dio la triste noticia: ayer fue el sepelio de Blanca Royo. Llamamos a Gonzalo para decirnos palabras de consuelo.

Que en paz descanse Blanca Royo, figura insigne de la restauración en Venezuela.

sábado, febrero 02, 2013

Acanto y miel

 
Deambulo entre un verso de Darío y un breve texto de Mercè Rodoreda. El verso de Darío es aquella línea de su Responso a Verlaine sobre la cual alguien hizo el chiste de que sólo se entendía el “que”:
 
 Que púberes canéforas te ofrenden el acanto.

El pasaje de la autora de La Plaza del Diamante está en su libro sobre viajes y flores. Lo copio:

Tiene el cáliz lleno de miel. Es una flor dormida, un poco fuera del tiempo. Las abejas van y vienen. Se le acercan. Con la pata cuchara cogen miel y llenan pucheros y peroles. Algunas mueren enmieladas. Todo muy de prisa, con mucha agitación. Cuando el cáliz queda vacío de miel y respira, la flor se muere. Y nacen otras nuevas. ¡Y venga abejas!”.

De Darío a Rodoreda, la mañana. 

Contratapa

Max Horkheimer
 
Abro Apuntes 1950-1969, de Max Horkheimer. En la página 97, leo:

Cuando los bolcheviques hicieron asesinar a la familia de los zares –para no dejar con vida a ningún pretendiente al trono- señalaron a la revolución rusa con la
marca del oprobio y erigieron el símbolo para los actos oprobiosos del futuro. No porque no llegara la ´revolución universal´, sino porque la teoría fija, el dios abstracto lo permitía todo, es que la revolución llegó a la barbarie con la cual amenaza actualmente a la tierra”.

Busco mis viejos subrayados y la página 250 me depara uno tremendo:

Cada vez que se inician períodos seriamente críticos, las fuerzas radicales de derecha e izquierda se servirán de los derechos democráticos que les corresponden para provocar una dominación particular, o mejor dicho, totalitaria”.

Cierro el libro y miro la portada de Juan Fresán, que muestra, inclinados, un clip y las rayas rojas de una página en blanco. Es una edición de Monte Avila, 1976, con el excelente logo diseñado por el mismo Fresán en los tiempos iniciales de esta notable empresa editorial. Paso por alto la nostalgia y voy a la contratapa, en la que encuentro una breve línea escrita por mí, que dice: “El autor de esta nota es Martín Cerda”. La releo y vuelvo a considerarla estupenda. Lo es, porque en tres párrafos Horkheimer y su libro son presentados de modo magistral. Nada sobra ni falta en esta lección de síntesis, elegancia y claridad. En menos de cincuenta caracteres se nos aparece el perfil del filósofo: “…una de las figuras claves de la llamada Escuela de Francfort y uno de los pensadores alemanes más rigurosos e incitantes de nuestro tiempo”. Y si algo hubiera quedado por fuera, Cerda tuvo la precaución de añadir más adelante este elocuente dato, para saldar una eventual omisión: “…discípulo hereje del sociólogo Max Weber y del filósofo Edmund Husserl…”.

Acerca del libro, le bastó afirmar, sin lastre alguno: “La obra que ahora presentamos a los lectores de lengua española, comparable a la Mínima Moralia de Adorno, ya publicada por Monte Avila, ofrece el horizonte de un pensamiento itinerante que, por su mismo carácter de apuntes, entronca con la escritura fragmentada que emplearon en Alemania, Lichtenberg, Novalis, Nietzsche e incluso Kant en sus últimos trabajos”.

He allí un pequeño ejemplo de comprensión y de eficacia, suficiente para atraer buenos lectores. También para recordarnos que la dignidad escritural debe estar presente en todo texto, cualquiera sea su propósito, forma o extensión. Escribir solapas, contratapas y reseñas, es un arte que algunos desprecian, y más todavía, si deben ser anónimas. Error. Muchas veces en ellas se alojan maravillas, a diferencia de ciertos tratados o falsos ensayos que abusan de la jerga académica y que se exhiben con echonería en revistas arbitradas, estando horros de gracia y de escritura verdadera.

La nota de Cerda no está firmada, por supuesto. Debí leer que era de Cerda en un libro suyo, tal vez en Escombros, volumen póstumo que reúne numerosos artículos de este lúcido escritor chileno que estuvo entre nosotros hará casi cuatro décadas.

Miro en la página del copyright el nombre del traductor de Apuntes… No fue Murena, como yo creía, sino León Mames, a quien hace poco mencionó Gustavo Valle en un formidable trabajo sobre el aporte argentino a Monte Avila. Por Gustavo sé que Mames fue un músico germano argentino.

sábado, enero 26, 2013

Uribana o lugar de cuyo nombre




Rothko
No sé qué significa la voz “uribana” en lengua originaria. No sé si es un lugar muy grande de la tierra o algún lugar para el olvido.

Sé que hoy, Zulay, en el quiosco de periódicos, me habló de madres atribuladas y recordé este verso de Pablo Rojas Guardia:
   
Amanecimos sobre la palabra angustia

Reinos



Acelgas "esparragá"

Dos vueltas al parque y la Cruz del Sur.

Siete de la mañana. Divertido paseo por dos libros. Uno es de cocina. El otro, de biología. En este último, encuentro un pequeño laberinto de células marinas que avanza al modo de una vanguardia firme y obe
diente, hasta que se topa con el alimento. Sus integrantes entonces rompen filas y proceden a saciarse en masa, sin orden ni concierto. Satisfechos, vuelven al carril y arman de nuevo el diminuto laberinto. Para protegerse de la desecación, las células más viejas se apiñan y se envuelven en una membrana dura para esperar tiempos mejores y más húmedos. Cuando éstos llegan (siempre llegan), rompen la membrana y producen una nueva colonia de células frenéticas. “Redes del limo”, leo que las llaman. “No se conocen bien, pero demuestran una vez más la gran variedad de modos de resolver los problemas de la vida…”. Eso dice Colin Tudge en un hermoso pasaje de su libro.

Pienso en el enigma de las redes del limo y también en sus hijos, a quienes algunos poetas entregan a veces su alma…


El otro volumen me lo acaba de pasar Cuchi, para que comparta con ella la gracia de un verbo "cargado de letras del ferrocarril”: Esparraguear. Es un uso andaluz, alabado por Marina Domeq, quien lo explica así:


"Yo no sé si el verbo esparraguear ha sido o no aceptado por la Real Academia Española, porque de momento sólo figura en el diccionario ´esparragado: guisado con espárragos´, aunque el sentido que se da en Andalucía a esparraguear es más bien un tipo de guiso, derivado del que se aplica a los espárragos, pero que también se usa con los cardillos, tagarninas o tallos de acelgas. En una palabra, es una forma de aliñar las verduras pobres que tratadas así alcanzan el nivel aristocrático de los espárragos// Esta manera de condimentar los espárragos trigueros es muy propia del sur, tanto por el uso del comino y el pimentón como del ajo majado con pan".


De inmediato lo añado a mi viejo catálogo de usos culinarios y se me hace agua la boca, porque hoy, en honor a Isabé, su amiga cordobesa, Cuchi va a preparar pencas de acelga “esparragá”.


A Colin Tudge y La variedad de la vida; a Marina Domeq y La imaginación al perol, gracias por el inicio de este día.


P.D: “Mas se calló por siempre el invocado oráculo;/uno sólo en el mundo explicar tal misterio podía:/ -el que entregó el alma a los hijos del limo”. Gérard de Nerval.

viernes, enero 25, 2013

Los árboles de Sebald






En Los anillos de Saturno Sebald muestra una foto donde se le ve apoyado en un cedro libanés. Visitaba ese día el parque de Ditchingham y no podía saber que poco tiempo después, ese árbol, junto con muchos otros, ya no estaría en pie, y que en su lugar sólo habría “un vacío espeluznante”. 

Todo, bosque alto y bosque bajo, vale decir, robles y rodondedros, árboles y arbustos, serían nostalgia pura  pasada la tormenta.

En esas páginas hermosas de su formidable libro, Sebald recuerda y cita a Chateaubriand -con esa manera suya, tan natural, del intertexto- para compartir con el conde su amor insobornable por los árboles:

Como a niños los conozco a todos por sus nombres y sólo deseo poder morir bajo su sombra”.

Hoy en la mañana fui al balcón, y siguiendo la costumbre de mi amiga Isabel Loyola, les puse alpiste a los pájaros de Sebald. Me hice ilusión de que saldrían del cedro. Quién quita que anden por ahí.

domingo, enero 20, 2013

Las ramas

Claude Monet

Ocho versos para sentir que la belleza del mundo nos toca cuando pasa. Son de Alberti, que siempre me emociona con sus álamos. Habrá quien los encuentre simples o banales. Yo los disfruto en este instante.  

Pienso como Housman: cuando se bebe un Barolo stravecchio en Turín, para qué pensar en borgoñas nobles y lejanos.  

Ahí van estos enigmas, viejos dioses vegetales: 

¿De quién es esa voz,
esas ramas que pasan sin pararse? 


De los álamos tienen
el tiemblo, y el silbido de los sauces. 


¿Adónde irán, perdidas,
cantando, ciegas, sin mirar a nadie? 


Van a la mar, al mar. Si no volvieran,
es que quieren quedarse. 

RAFAEL ALBERTI

lunes, enero 14, 2013

Divina Pastora



 Leonardo Figueroa. Divina Pastora

Su pueblo la busca en Santa Rosa y se la trae para que lo acompañe un tiempo, conforme al pacto divino que nos permite estar bajo su manto.

Es el día de nuestra fiesta mayor, el día en que el misterio del alma ilumina a lo
s barquisimetanos, creyentes de una belleza que nos protege, nos orienta en secreto y nos recrea.

En campos de zafiro, la Divina Pastora pasce estrellas.

Dios te salve, reina y madre.

sábado, enero 12, 2013

Amor al pie de la letra




 Elsa Triolet y Louis Aragon

1. Comienza la dudosa luz del día y leo el estupendo capítulo que Martine Broda le dedicó a Louis Aragon en El amor al nombre. Para ella, El loco de Elsa es la  versión personal que el poeta tuvo del amour fou surrealista, así como su homenaje al amor cortés, sobre todo en su fascinante forma árabe.

Combinando poemas en prosa con versos libres y composiciones rimadas, Aragon reconstruye un mito antiguo en pleno siglo XX. Lo ubica en Granada para mayor cercanía con formas del modelo andalusí (zéjel y kasida) y con el esplendor de una fabulosa ciudad caída en 1492, el mismo año de la muerte del poeta persa Djamí, cuya obra, influida por el sufismo, es clave en esta variación contemporánea de lo que la brillante ensayista Martine Broda llama “metáfora del amor loco al pie de la letra”.   

Djamí es el autor del poema Medjun y Leila, de donde Aragon toma la vieja leyenda árabe del amor entre unos primos. Recojo parte del resumen de Broda:

El primo, Quays, es poeta y transgrede un tabú al celebrar a su amada antes del matrimonio. Le escribe versos, en los que prescinde de la senhal y menciona el verdadero nombre de la prima: Leila o Layla (“La Noche”). Por quebrantar la regla que obligaba a callar el legítimo amor, no puede haber matrimonio y Leila es entregada a otro hombre. Quays huye al desierto y se pierde entre animales salvajes. Adopta el nombre de Majnún, el Loco. Broda cierra su breve descripción de la leyenda con estas palabras imperdibles: “Quays se deja consumir por su pasión que le lleva a la locura, pero continúa celebrando a Layla. Cuando ésta viene a verle, la despide para quedarse solo con su sueño de amor en ese desierto que es como la metáfora de los lugares áridos de la escritura (…) Separados, los dos amantes  mueren de amor y consuman su unión en la muerte”.      

 “Practico con su nombre/ el juego de amor”. Son los versos de Djamí que Aragon escogió como epígrafe de este libro en el que imagina a un personaje que ama a una mujer (Elsa, la de Aragon) que no existirá sino cuatro siglos y medio más tarde. Todo es cuestión de tiempo y paciencia.

La frase con la que Martine Broda cierra el ensayo acentúa los rasgos literarios de la ancestral pasión aragoniana:

“…el culto de Elsa es un topos lírico”.

2. Leyendo el ensayo de Broda recordé una anécdota de Aragón que contaba Guillén.  Su relato, por cierto, se convirtió también en una anécdota que habría de contar Carlos Barral. Resulta que a Guillén le hacía gracia el amoroso saludo con el que Aragon iniciaba sus conferencias: Messieurs, Mesdames, mon amour. Cuando decía esto último, Aragon miraba a Elsa, siempre presente y siempre compañera. Relata Barral en el segundo volumen de sus memorias, que en un cóctel privado que organizó Jaime Salinas en Barcelona, Guillén les refirió a los poetas catalanes de los 50 que allí estaban, el entrañable saludo, imitando la voz y los gestos de Aragon. Apunta Barral que lo hizo varias veces y de manera magistral. Pocas horas más tarde algunos de los presentes en el cóctel (entre ellos Barral) fueron a cenar a un restaurante y allí coincidieron  con Guillén, a quien otro grupo agasajaba. De Guillén y sus comensales los separaba un tabique, pero pudieron oír que el gran poeta del 27 entretenía a sus compañeros de mesa con el reverencial saludo de Aragon.

Esa noche a Jaime Gil de Biedma le correspondió el honor de hospedar en su casa a Jorge Guillén. Apagadas ya las luces, se oyó un ruido. Creyó Gil de Biedma que su admirado Guillén había tropezado con algo y acudió a ayudarlo. Por fortuna, nada había pasado. El poeta estaba en el baño, frente a un espejo, diciendo una vez más “Messieurs, Mesdames, mon amour”. Tal vez ensayaba el número estelar de sus tertulias, o tal vez, como dice Barral, en el centro de la anécdota quien reinaba "terrible" era el Poeta.

Creo que no se excluyen entre sí esas opciones. Además, son bellas.

viernes, enero 11, 2013

Pájaro y letra


Sopla un aire de tierra y albahaca. Pienso en un ensayo de Mario Luzi sobre la creación poética y creo sentir la razón de sus palabras: vencer el orgullo de las propias cualidades y reencontrar la modestia que reconoce el espacio de lo natural, sin invadirlo. Veo un pájaro desde la ventana. Come.

lunes, diciembre 31, 2012

¡Feliz año!

Edouard Manet. Monet et sa femme sur le Bateau-Atelier
 
Ultimo día del año. Poca brisa y nubes quietas. Leo un poema en el que Octavio Paz ve unas ramas y habla de su “vaivén inmóvil”. Se refiere a la escritura, pero también a cuatro chopos, que, aspirados por el cielo, son ahora uno solo.

El ojo del poeta pinta, traza el centelleo que somos. Busca atrapar la línea que sale disparada de la página, pero se topa con caligrafías diversas. Todas siguen en ascenso.

Un pájaro ha llegado al balcón. Trae la luz y su armonía.

Pienso en otro pintor que oficia en el poema:

Latir de claridades últimas:/quince minutos sitiados/que ve Claude Monet desde una barca.

Dejo el libro de Paz para regar las matas y darles mi saludo. A ellas. A todos.
 

domingo, diciembre 09, 2012

La muerte del emperador

Adriano
 
Domingo de nubes y de Marguerite Yourcenar, de cuya muerte se cumplirán 25 años el próximo 17.

Una célebre frase de Alfonso Reyes me inhibe. Lo dejó así, como enigma, y procedo:  
 
Anoche volví a las páginas de un admirable libro de Marguerite Yourcenar. Me refiero a MEMORIAS DE ADRIANO. Busqué el ejemplar, ya descuadernado, que compré en agosto de 1981. De las dos ediciones que tengo de ese libro, es esa la que prefiero por los subrayados que en ella hice durante la primera lectura. Algo de lo que uno fue hace 31 años está presente en esas íntimas marcas de lector. Una de ellas me revela ahora una constancia. En efecto, hoy volvería a subrayar esta frase fulgurante de Adriano: “Mis primeras patrias fueron los libros”.

El genial emperador fue un esteta y la escritora belga supo perfilarlo con hermosa nitidez, en una larga epístola que merece y demanda varias visitas. En esta oportunidad quise buscar al enfermo que desde el poder revisa su pasado y dialoga con su achacoso cuerpo. La anatomía del poderoso es también la anatomía de cualquier ser humano, por más aura divina que le adjudique su entorno. Así, el emperador también puede enfermarse de hidropesía, como Adriano, pese a ostentar lo que en lenguaje teológico se llama “carisma”, término que a partir de Weber le sirve a la ciencia política para afrontar la misteriosa fascinación que algunos líderes ejercen sobre el pueblo. Estos jefes poseen, al igual que todos los mortales, un cuerpo destinado al deterioro. Muchos abusan de él y fallan en su cuidado. Cuando la intrusa (la enfermedad) lo toma en silencio, sus alarmas demoran en encenderse. Al ocurrir la primera señal, puede ser tarde. En todo caso, a tiempo o no de la cura, el enfermo se convierte en un prisionero, como lo dice Adriano al observar a su alrededor la solícita presencia de médicos y amigos, en severo ejercicio de una constante vigilancia. Adriano asume “el perfil de su muerte” y se dedica a contarle su vida al sobrino que habrá de sucederle: nada menos que a Marco Aurelio. Entretanto, la intrusa avanza, pero el emperador se ha hecho más sabio y lúcido. Durante los momentos de mejoría gobierna mejor y se concentra en las obligaciones principales. Prefiere la verdad al engaño, porque la primera sana y el segundo es tóxico. Finalmente, saluda a su alma y le pide que entre con él a la muerte, abiertos los ojos y reconciliado con sus recuerdos.

Buscando el ars moriendi del más griego de los emperadores de Roma, reencontré viejas enseñanzas sobre el poder y sus enfermos (entiéndase esta frase en cualquiera de sus sentidos). Asimismo me hallé de nuevo con algunas formidables lecciones gastronómicas. Adriano estaba reñido con las pitanzas que hicieron las delicias de otros emperadores, atiborrados de hortelanos, inundados de salsas y envenenados de especias. Prefería, helenista como era, “la carne pura de la hermosa ave”, el vino resinoso, el pan salpicado de sésamo, el pescado a la parrilla y al borde del mar y, sobre todo, la fresca insipidez del agua sobre los labios. Consideraba que “comer demasiado es un vicio romano”. Por eso optó a favor de la “sobria voluptuosidad”, lo que le permitió hacer más llevaderos los inevitables efectos de la intrusa.

Bellamente escribió su despedida: “Animula blandula vagula”, que traducido significa alma pequeña, efímera, amable.

Acá, el último párrafo del fascinante libro de Yourcenar (versión de Cortázar):

“Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los jueces de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver… Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos… // FIN ”.

sábado, diciembre 01, 2012

Servir la mesa


 
Se come musicalmente las sardinas, como si tocara un silbato. Da gusto de puro leerlo: 

Coge la cabeza del pescado con los dedos de una mano y la cola con los dedos de la otra, y lo come como si tocara la ocarina…, devora por aspiración, sorbiendo. La espina sale dibujada y limpia. Los espectáculos de avidez se hermanan muy bien con esta mar antigua. En esta mar hay rincones en los que parece percibirse el aire de las hecatombes homéricas. Yo me como las sardinas –modestia aparte- de una manera más académica: sobre el pan, pero no con los dedos.”.

Golosamente leo Un viaje frustrado, de Josep Pla.

Mar, sardinas, ilusión de vida libre.

En una sola frase, Pla, con la fascinación de lo cercano, traza
 
el perfil completo de su personaje, que había nacido, como el

autor, en Palafrugell, el país del pescado frito:

Era un hombre importante, en el sentido de que sabía hacer

muchas cosas, y las hacía bien”. 

De eso dan fe sus oficios amables y sagrados:

Era pescador, marinero, cazador, cocinero, cochero, sabía

comprar en el mercado, era un criado excelente y servía

admirablemente la mesa”. 

A este servidor le encanta ese elogio, tanto, que lo quisiera para sí.

viernes, noviembre 23, 2012

Carne braseada

Virginia Woolf
 
 
Estreno de una creuset.

Carne macerada desde desde ayer con Rioja tinto, granos de pimienta negra y guayabita.
 
Sobre una cama de zanahorias, apio españa, cebollas y ajo porro,
el corte idóneo:  lagarto la reina.

A la ennoblecida pieza se le riega vino de su propio adobo.

Con los mismos ingredientes de la cama se monta el techo, en el que no faltarán la sal, el ajo y los clavitos de olor.

Tres horas de cocción son suficientes para esta maravilla imponderable, capaz de superar el célebre "boeuf en daube" de Virgina Woolf en su novela AL FARO, lo que es decir (y comer).

Quizá sea necesario agregar que los ingredientes de la cocción se licúan, y que todo, salsa incluida, tiene el sello de Cuchi Morales, quien cocina como los ángeles.

Una comida en El cuaderno gris

Josep Pla, delante del Mas de Llofriu
 
Leo El cuaderno gris de Josep Pla, en traducción de mi querido Ridruejo y de su mujer catalana, Gloria de Ros.

El 16 de abril de 1918, que es el año en que inicia su monumental dietario, Pla registra este temor:
 
Si, por la razón que fuese, nos viésemos obligados a prescindir del ´ressopó´ que Marieta nos sirve de madrugada, pensaríamos que la vida apenas tiene sentido, que es absurda y amarga”.

En una nota al pie de página Ridruejo informa que el “ressopó” es la “comida antes de acostarse, cuando ya han transcurrido varias horas después de la cena”.

Subrayo y recuerdo costumbres perdidas, medias mañanas y meriendas.

Hay de todo en el cuaderno de Pla: relatos, biografías, descripciones de paisajes, autorretratos, crítica literaria, crónica familiar y gastronómica, y mucho más. También abundan las deliciosas ráfagas como las del “ressopó” o pequeñas observaciones sensoriales, como ésta del 6 de junio del mismo año 18, que me encanta:

El tomillo, en un primer momento, da un olor abrupto y fuerte y después se endulza; el romero, ahora en flor, tiene una entrada muy suave que después se carga”.

Siento que estoy en el campo, feliz, esperando el desayuno.

Así da gusto la lectura de un diario.

jueves, noviembre 22, 2012

Una ruda (por siaca)

 
Gracias a una formidable antología de poesía hispanoamericana hecha por Gustavo Guerrero (Cuerpo plural, Pretextos, 2010), estoy leyendo ahora un poema magistral del chileno Germán Carrasco (1971). Se titula Ruda y está dividido en diez estancias. Lo disfruto como poética de la escritura y como acto de magia que acaba de impregnar con su olor esta pequeña sala. Me provoca sembrarlo en un poema de Ida Vitale (Botánica), en el que ella, tan amante de las plantas, se queja de que no tiene en ese momento “ni una matica de ruda”.

Acá, en las letras de Carrasco, la ruda es como un bosque de efusivos álamos.

Copio su última estancia:
 


"10

Para escribir un par de versos se necesita
silencio, el Central Park como patio
y una ruda (por siaca)
aunque en tres baldosas sueltas
se pueda ins
talar un jardín.

Pero ojo porque quizás el aroma
que arrojó la planta cuando la regaba
fue el que provocó cierto estado
de ensoñación. Es posible,
en ese caso este texto sería
el simple efecto de ese perfume,
el perfume de ese efecto".
 
 


 GERMAN CARRASCO

P.D: Ese poema estaba inédito cuando Gustavo Guerrero lo incluyó en Cuerpo plural.


jueves, noviembre 15, 2012

Abrazo

Picasso. El abrazo
 
Entre los libros que tengo en el balcón están los de García Baena. Hace un rato cuando me acerqué a ver pájaros, me topé con el bello lomo de Rama fiel, el volumen que González Iglesias preparó con motivo del Premio Reina Sofía del 2008. Desde hace varios años leo con deleite y asombro al gran poeta cordobés. Para decirlo retocando un famoso verso de Jiménez: García Baena siempre tiene preparada la rama para mi curiosidad del día. Abrí el libro, y en la página 117 me estaba esperando André Breton con estos versos:

El abrazo poético como el abrazo carnal,
mientras duran,
prohíben caer en la miseria del mundo
”.

Esa cita venía a cuento (y a canto) porque García Baena hablaba de su oficio de poeta como algo inherente a su tránsito cotidiano por la tierra. Decía que “el poeta no se sale de su biografía interior al contemplar los más sencillos actos de la vida y la muerte: el crecer de la hierba y el cuchillo, el heno, la dulzura y la larva de los frutos, el vino caliente de Junio y su desesperación. Obra y vida inseparables como la columna que entristece la yedra, solos y a solas con todo lo que amamos”.

De eso, y desde el alma, hablaba García Baena esta mañana. De allí el abrazo de Breton.
 

sábado, noviembre 10, 2012

Inmortalidad y belleza

CARLO CRIVELLI. Detalle de La Anunciación. National Gallery. Londres 
 
Hoy escribo invita Minerva. Una palabra, tres... Así no.

Mejor abrir el libro de Berenson y contemplar la segunda lámina, la que muestra un detalle de la Anunciación de Crivelli, con la cola del pavo real recordándonos la inmortalidad de los seres que amamos.

Ya no escribo. Miro.

Crivelli y la belleza.

viernes, noviembre 09, 2012

Un viaje desde el parque

Mercado flotante en Bangkok

Tres vueltas al parque y un viaje muy rápido hasta el Asia.

Cuando Gustavo apareció, versos efusivos del mexicano Aridjis:

Buenos días a los seres
que son como un país

y ya verlos
es viajar a otra parte.
 


Además, un prístino relato -como sólo Gustavo sabe hacerlo- nos acompañó en Bangkok esta mañana.

Ahora en la cocina resuenan las imágenes.

miércoles, noviembre 07, 2012

Un oficio peligroso


 BOTTICELLI. La Primavera. Detalle
 
Después de ordenar las cartas (entre ellas, las que se ha cruzado con Umberto Eco), el profesor revisó una vez más los artículos juveniles de su maestro, fallecido hace cinco años. Miró la reproducción de La primavera de Botticelli, fijándose sólo en el rostro de Flora. Mecánicamente volvió la vista a la foto de su novia. Las imaginaba como dobles. Guardó los papeles de su ilustre paisano y ratificó, como siempre, su enorme valoración de los mismos. Jamás se sumaría a quienes quieren enrostrarle al maestro su apoyo a la Guardia de Hierro, por envidia o por pequeñas venganzas, menos políticas que académicas. Muy lejos de él esa bajeza. Recordó el momento en que Umberto Eco, en una conferencia sobre El péndulo de Foucault, en Nueva York, al saber que él estaba en el público, le hizo el honor de pedirle que hablara. Fue cuando dijo que una mala interpretación puede convertirse en verdad, si un número suficiente de personas cree en ella. Agregó algo que lo previene siempre frente a todo tipo de infamia: “Cuando las mentes enloquecidas están en sincronía, crean una realidad alternativa; matan por razones inventadas; encuentran razones para actuar haciendo de sí mismos un punto fijo en el universo”. Esta noche su cena sería sólo una ensalada de lechugas, con nueces y queso de cabra.

Ahora, a releer a Borges, se dijo, para ratificar lo que una vez escribió, a propósito de esa inconmensurable maravilla que se llama La muerte y la brújula: “El principal cometido del arte en el universo de Borges es huir de la tiranía de un único sistema mental y entrar en tantos otros como sea posible para obtener, al compararlos, una libertad de percibir el mundo”.

Se recordó a sí mismo en una clase leyendo el relato que en este momento le serviría para prolongar su descanso, o su distracción. Varias han sido las señales ominosas de estos días. Las sombras fascistas de su remoto país no se detienen. Deambulan aún por este mundo.
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Lo anterior no es más que la atropellada glosa de una lectura de hace unos doce años. Durante varios meses fatigué a mi entorno más cercano con comentarios acerca del autor que entonces constituía para mí una obsesión. A Ted Anton y su libro sobre el asesinato de nuestro personaje, le debo por completo los datos de la pequeña nota transcrita, y a Eros y magia en el Renacimiento, obra maestra, la visión más brillante que he leído sobre el tema, y en particular, sobre Giordano Bruno.

Hace más de 21 años, Ioan Culianu, valioso por sí mismo y discípulo mayor de Mircea Eliade, fue asesinado en un baño de la Facultad de Teología de la Universidad de Chicago. Tenía 41. Era experto en el tema de las religiones y el hiperespacio. Dejó sembrados muchos fantasmas en sus libros. La siega permanece en sus comienzos y el crimen sigue impune.

P.D: El libro de Ted Anton se titula El caso del profesor Culianu y tiene prólogo de Umberto Eco. Allí leemos que una de las personas consternadas por la muerte violenta del gran investigador rumano, fue Saul Bellow, a quien Culianu le cocinó una vez en casa de los Eliade.

martes, octubre 16, 2012

(Entre)lectura de recetarios





 


 “…flores rojas como un horno encendido”
María Paz Moreno
(Tulipanes. Invocación a Sylvia Plath)
...

La poeta española María Paz Moreno, estudiosa de Gil-Albert y profesora en Cincinnati, publicó hace pocos meses un libro sobre libros de cocina, en el que reivindica las entrelíneas de los recetarios y sitúa en su justo lugar las valiosas aristas culturales de la escritura coquinaria. En De la página al plato (Editorial Trea, Gijón, 2012) nos invita a releer los viejos libros de cocina como fuente inexplorada de saberes situados más allá de la utilidad gastronómica. La huella de un gusto olvidado, las tensiones de una sociedad, el resplandor de un paisaje desconocido, alguna clave biográfica, una manía de época, el origen verdadero de un plato, la vida cotidiana, los perfiles sociales y económicos de un pueblo, todo eso -y más- puede encontrarse en la aparente limitación de una receta.

Conmovida cuando supo del recetario que las reclusas de un campo de concentración nazi en Terezín (República Checa) elaboraron para mitigar el horror que soportaban, María Paz Moreno decidió emprender la investigación de la que da cuenta su oportuno libro. Oportuno, entre otras razones, porque vuelve la mirada a una vertiente del patrimonio cultural que sigue siendo vista con desdén y, asimismo, porque en momentos en que se recusa con razón la civilización del espectáculo, sitúa a la cocina –como debe ser- en un espacio muy distinto al de las modas y al de la pintoresca banalización “gourmet”. María Paz Moreno nos invita a revisitar la literatura culinaria, con mayor curiosidad y agudeza. Ella lo hizo con la de su país y descubrió tesoros.

Yo pienso ahora en la Cocina ecléctica de Juana Manuela Gorriti, un curioso libro con recetas de amigas y amigos de diversa procedencia, que bien puede ser (lo es) una mina para los estudios de la cultura latinoamericana del siglo XIX. Pienso también en los recetarios venezolanos, incluidos los más conocidos y manoseados, donde seguramente nos aguarda más de una sorpresa, para no hablar de otros menos divulgados que son verdaderas maravillas.

Todo esto vino a cuento porque quería leer hoy un poema de María Paz Moreno que está en Correspondencia atrasada (Alicante, 1999) y que me gustó mucho en su momento. Lo leí, pero quise buscar más en internet. Me topé, entonces, con la estupenda introducción del libro que he referido, a la que se le puede llegar desde esta página:

http://www.mariapazmoreno.com/literatura.html


viernes, septiembre 21, 2012

Altazor


"Embotellar sonrisas como licores
engastar licores como alhajas"

VICENTE HUIDOBRO
(ALTAZOR)

lunes, septiembre 17, 2012

Mesa de Reyes









VERONES. La cena de Emaús
 
Comienza bien este lunes. Acaban de dar en el canal Gourmet un programa sobre Alfonso Reyes, “la versión mexicana de la cultura universal”, según el preciso decir de Juan José Arreola.

Qué grato oír hablar de Reyes y ver el
interior de su casa de la colonia Condesa, la famosa capilla Alfonsina, y asimismo, disfrutar de Titita y del Bajío. Sí, Carmen “Titita” Ramírez Degollado está en el programa. La vemos en su restaurante, en el primer local de El Bajío.

En la casa de Reyes, Benito Taibo, conductor de la serie “La historia se sentó a la mesa”, tenía en sus manos la bella edición de Memorias de Cocina y Bodega. Leyó algunas líneas e hizo después, junto al reyista Héctor Perea, un recorrido por la casa, mejor dicho, por la Biblioteca que tiene adentro casa y cocina.

Titita preparó un bacalao a la veracruzana y fue mostrando sus ingredientes (bacalao bien desalado, jitomate, chile güero, pimiento morrón, aceitunas verdes, ajo, papas cambray sin pelar, almendras peladas, cebolla, sal). Mostró con orgullo unas tortas de camarón con romeritos… El postre fue un plato de “buñuelos de rodilla” con miel de piloncillo (miel hecha con papelón, agua y anís “estrella”). Con gracia jalapeña, Titita contó que lo de “rodilla” viene porque quien los hacía se colocaba un trapo en la rodilla y allí estiraba la masa de cada bollito.

Ya han leído versos de la Minuta (“…al desorbitado vinagre/ preferid el cuerdo limón”) y de otros libros alfonsinos. Ahora dicen la Oración al santo de la eucaristía, brindan por Alfonso Reyes, por su gusto y amor por la cocina, y también por San Pascual Bailón, gran patrono de los cocineros.

Quiero desayunar hoy buñuelos de rodilla.

P.D: Reyes admiró los convites opulentos, las escenas del Veronés y las cervantinas Bodas de Camacho, pero se confesó ganado por la escuela de un solo plato, “con discreto acompañamiento de principios y postres”. Remiso a los banquetes concurridos, los aceptó sólo por deber diplomático y escribió esta delicia: “…la mucha gente indigesta…en punto a comensales, mi gusto sea limitarme a la cifra de oro: más que las Gracias y no más que las Musas”.